Cap. 42.1.- La confesión

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Dentro del nivel rango S de la mazmorra Montijo, bajo un toldo puesto a las afueras del castillo, una joven y un monstruo no muerto veían hacia la profundidad del nivel, Clarín no había tenido oportunidad de ver un paisaje desértico a pesar de haber viajado, por lo que ella estaba fascinada con el paisaje del nivel, algo que no se atrevía a decir en frente de su grupo que ahora atienden otros asuntos en otros lugar del nivel.

Clarín dirigió su mirada a su acompañante, a pesar de ser 10 los no muertos que presentaron para su servicio, podían disponer de más si se requería, haci lo hicieron algunos pero ella se quedó con uno de los 10, su nombre era Sil, era un joven serio de una tez clara y una belleza envidiable, a Clarín le sorprendía lo bellos que eran los monstruos en ese nivel, pero le parecía que Sil tenía un encanto especial que no sabía describir.

Tomó un sorbo del té que él mismo había preparado, era un sabor dulce y ligero, como el de una hoja recién cortada y hervida, pero no por eso menos elevada que cualquier bebida que ella haya tomado.

Ella tomó un suspiro relajado disfrutando de la serenidad del momento, hasta que Sil se acercaría a ella.

[Sil] Lady Clarín, ¿gusta que le cante una canción?

Inclinó ligeramente su cuerpo mientras acercaba su rostro al de Clarín, colocó su mano sobre el pecho y ella pudo apreciar más de cerca su esbelta figura.

Sus hombros, su clavícula, sus brazos e inclusive sus costillas se podían apreciar en el contorno, pero no es que se viera delgado al punto de la enfermedad, lo cual lo hacía ver más misterioso a ojos de ella.

[Clarín] Claro, cantame algo por favor.

El asintió y tomó distancia mientras se preparaba. Clarín había escuchado que él era un castrati, un tipo de no muerto especializado en la magia y la manipulación, los no muertos nacidos en una mazmorra no suelen tener mucha personalidad, pero eso finalmente no puede aplicar a una mazmorra rango S, pensó ella.

Sil colocaría una mano sobre su vientre, mientras que la otra la elevaría por sobre su cabeza, y empezó a entonar.

Dulce, es este amor

Que se derrama

Al son

De tu amarga canción.

Dulce, es este llanto

Llanto que suelto

Al perderte

Perderte otra vez.

La voz de Sil se entonaba en una nota alta que a Clarín le parecía sorprendente, pero el tono variaba conforme pasaba la canción, ella había escuchado de parte de su compañero Bruno qué los castrati en vida fueron cantantes talentosos que sirvieron bajo la iglesia del dios padre, y ciertamente ella no recordaba a ningún artista o trovador que fuera más talentoso que Sil.

Sil parecía a punto de terminar la canción, hasta que de la nada paró abruptamente sorprendiendo a Clarín, bajaría los brazos hacia una postura recta y su rostro se apagaría de la sonrisa que había sostenido hasta ahora, Clarín preocupada iba a preguntarle que pasa, hasta que vio a lo lejos a un soldado acercándose a ellos.

Era un soldado sin ninguna ornamenta distintiva o condecoración, pero su cuerpo parecía ancho y firme debajo de su armadura sin llegar a ser extremadamente musculoso, el lucia decidido mientras cortaba cada vez más distancia con Clarín y Sil, y no apartaba la mirada de Sil, Clarin tenia entendido que los guardias de Galian podían ir a donde quieran en el nivel, pero era la primera vez que veía a un soldado común acercarse al castillo.

La felicidad a basé del inventarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora