Nuevamente

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Antes de hacer algún movimiento arriesgado. Le pedí a Javier que no se apresurara y conociera a Lorena para ver si realmente era lo que quería. Por mi parte, le dije a Lorena que ese fin de semana no podía verla. Quería aclarar algunas cosas para saber que hacer. 

Le ocultaba algo a mi mejor amigo, y eso hacía que me sintiera como la peor persona del planeta. A él le gustaba, pero yo me ilusione. Eran dos cosas totalmente distintas, pero al mismo tiempo causaban algo en ambos. 

Aquel viernes se me hizo eterno desde que Javi me confesó su gusto por Lorena. Me sentía culpable sin tener la culpa. Nuestra amistad podía estar en riesgo, todo por una chica que parecía la más bella del universo. Así fue como descubrí que la ansiedad podía causar insomnio. 

Los gallos cantaron a todo pulmón. Creo que solo había dormido veinte minutos. No cerré los ojos imaginando miles de escenarios que podían suceder si sucediera algo con Lorena. Javier se sentiría mal si se queda conmigo, y yo me sentiría mal si ella lo elegía a él. No tenía cabeza para nada. Ni siquiera recuerdo haberle sentido sabor al desayuno.

Estar encerrado en casa solo me iba a causar más estrés, necesitaba salir a distraerme. Aprovechando mi poca independencia adquirida por convertirme en adolescente, le pedí permiso a mi mamá para salir temprano. Iba a visitar a Efraín para platicar con él del tema. Por ser un familiar me dio el permiso enseguida. 

Mientras muchos chicos de mi edad dormían en el inició de ese fin de semana, yo salí temprano de mi casa a despejar mi cabeza de aquel asunto amoroso. Todo estaba muy tranquilo, porque muchos descansaban y otros emocionados porque salían temprano de las obras donde laboraban.

Subí hacía aquella colonia casi inexistente en la cual vivía mi primo. Era casi un desierto, excepto por la maleza que había en el suelo, pase las dos casas que se encontraban antes de llegar a la vivienda donde vivían mis parientes. Otra sorpresa me esperaba. Mi primo mayor totalmente desnudo tendía una sabana manchada frente al sol. A un costado estaba mi tío con una cara de pocos amigos volteando un colchón, mientras sostenía un cinturón en su mano.

En las nalgas desnudas de mi primo, habían unas marcas rojas que sobresalían de su blanco trasero. Al parecer mi tío le había dado una tunda matutina. Era bien sabido que mi tío Lalo tenía un carácter fuerte. Ya había sido testigo de como le pegaba a Efraín en el cumpleaños de uno de nuestros primos, porque este empujo a una niña para quitarle unos dulces de la piñata. Era un delito grave para los Hernández lastimar a otra mujer. Así que a sus diez años, mi primo Efra se llevo una tremenda tunda delante de todos los presentes. 

Al ser un momento privado entre padre e hijo, me hice para atrás y retirarme, pero era tarde, por el ruido de mis tenis se dieron cuenta de mi presencia. Efraín me miro con sorpresa y en su rostro se veía la pena de que estuviese ahí presente.

"Primo ¿Qué haces aquí?"

"Nada, solo vine de visita ¿Todo bien?"

Mi tío intervino mirando a su hijo enojado "Anda, dile a tu primo que paso".

"Es que me hice pipi en la cama". 

Aquella no había sido la única vez que Efraín se había hecho pipi dormido. Era la octava vez o tal vez más. Ya había perdido la cuenta comento mi tío. Días atrás mi primo amanecía mojado, pensaron que solo era un accidente, luego al pasar tantas veces seguidas, tomaron medidas como dejar de tomar tanta agua antes de dormir, pero seguía sucediendo. Y lo peor era que siempre que sucedía, se tenían que lavar el colchón y la única sábana que tenían. Efraín había ido a una fiesta con sus amigos el viernes en la noche, llegó a casa, se desvistió y se fue a dormir, amaneció nuevamente mojado. Mi tío ya estaba harto de que eso sucediera, así que uso la técnica que nunca falla para él. El castigo.

La extraña Familia ArcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora