Las Ansías De Crecer

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Estaba en la parada del autobús a punto de cometer un error regresando a casa. Me comprometí a conseguir esa cajetilla y lo iba a lograr a como dé lugar. Pregunté en donde se encontraba la secundaria de mi primo, para dirigirme a ella sin importar el calor que había.

A medio camino vi que varios grupos de adolescentes se dirigían del lado contrario de mí para regresar a sus casas. Eran estudiantes de la misma escuela de Diego. Mi suerte comenzó a cambiar cuando vi a mi primo junto con otros cuatro chicos que caminaban, mientras conversaban en voz alta. 

Pensé en interrumpirle, cuándo se alejaron un poco del camino y se metieron a un lugar apartado un poco de las personas que iban pasando. Los seguí sin que me vieran. Mi primo abrió su mochila para sacar un par de revistas que repartió a cada uno de ellos. No podía ver desde donde me encontraba de que se trataban, pero aquellos adolescentes las miraban con unos ojos muy abiertos, mientras algunos se tocaban la entre pierna.

Diego puso su mano en medio pidiendo algo a cambio de aquellas revistas. En eso, sus compañeros sacaron de sus bolsillos monedas y billetes que pusieron en su mano. Cerro en puño aquella mano una vez juntado todo aquel dinero y lo metió a su bolsillo derecho.   

"Me las dan el viernes. No le arranquen ninguna página y por favor Joaquín, no vuelvas a tocarla con tus manos llenas de mecos". Aquello causo risa en el grupo y molestaron levemente a aquel chico de nombre Joaquin. Yo no entendía nada de lo que querían decir. Volvieron al camino y poco a poco se fueron alejando después de obtener la revista.

Aproveche el momento para acercarme a Diego, al darse cuenta de mi presencia se sorprendió bastante. Sutilmente le dije el motivo por el cual lo estaba buscando. Cambie el contexto de la situación, inventando que quería quedar bien con mis amigos de escuela. 

Él era distinto a varios miembros de la familia. No me cuestiono, casi directamente me dijo que me iba a apoyar. A él fácilmente le vendían cigarros con un conocido porque también era un fumador. Me pidió que lo siguiera rápidamente al lugar, porque ya quería llegar a casa. El calor le había causado una rozadura en la entrepierna, que se estaba volviendo insoportable.

No muy lejos llegamos a una tienda que parecía a punto de colapsarse. El vendedor conocía bien a Diego y se saludaron como grandes amigos. Me presento ante él, afirmando que tenía un primo algo problemático. Con una risa forzada dije que así era él, pero así lo quería. Diego me sonrió, le daba gusto que lo consideraba de esa manera. A pesar de no congeniar mucho con él, era al primo que más confianza y aprecio le tenía.

Como si nada pidió una cajetilla de cigarros, sin ninguna protesta, el vendedor le paso "los clásicos" que al parecer mi primo siempre le compra. Pidió dos más sueltos para el camino. También pidió una caja de maizena, más dos refrescos para ambos, por el calor. Me pidió el billete pago, nos despedimos, partimos a su casa completando la misión.Que sencillo fue todo gracias a mi primo. Sabía que no debía desistir. Ahora era seguro que iba a tener los controles. 

En el camino nos pusimos un poco al día sobre nuestras familias y nuestras vidas. Le pedí que me cubriera con mis padres por la mentira que dije al venir, sin dudarlo accedió. Por eso quería mucho a mi primo.

Aunque ya tenía lo que quería, decidí quedarme un rato en su casa para descansar luego de tanto caminar y haberme quemado con el sol. Saludo a sus vecinos, era alguien respetado en su pequeña colonia. Hasta los pequeños tenían una admiración con él, combinada con algo de temor. Sabían quien era.

Apenas abrió la puerta, me eche a correr a su cama para poder descansar. Deja caer mi cuerpo y el colchón era demasiado incómodo, casi como caer en una roca. Pero no importaba, estaba tan cansado que lo sentía como una nube. 

La extraña Familia ArcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora