Capítulo 1

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Pasó una hora y veinte minutos, no es que Cho Sang-Tae tuviera una obsesión especial con el tiempo, reorganizó toda su agenda para estar ahí (aunque es más justo decir que su secretaria hizo eso) lo mínimo que esperaba de la ceremonia era que comenzara a tiempo... o que por lo menos alguien se dignara a comunicar el origen del retraso.

Nadie salió en esa hora y veinte minutos, todos los asistentes estaban inquietos, especulando, armando chismes, los escuchaba desde donde estaba... y era molesto, por lo menos un setenta por ciento de esos invitados eran parte del novio, todos especulaban que el retraso podría deberse a la novia: una mujer extranjera que quizás en su lado del mundo un retraso de una hora era una costumbre y por eso se hacía esperar...

La novia era su secretaria, y en cierto modo sentía que debía estar indignado por cómo hablaban de ella a sus espaldas... pero ese sentimiento era confuso, porque ella lo invitó por obligación, porque solo tenía el treinta por ciento del porcentaje de los invitados y necesitaba rellenarlo de algún modo.

Escuchó el chirrido de una puerta, todos giraron al mismo tiempo, y vieron que primero asomó una falda... luego el resto del cuerpo que acompañaba esa falda.

Sang-Tae otra vez sintió una rara punzada en el corazón, su secretaria, una mujer de uno setenta de estatura, cabello castaño, casi rojizo si le daba la luz adecuada, caminó por el pasillo con un hermoso vestido de diseñador... no tenía idea cuál, pero quien sea, confeccionó una hermosa pieza de corte princesa, la falda flotaba a su alrededor como una nube de tules, y el corsé con un discreto escote en forma de corazón se ajustaba muy bien a su cintura... algo que nunca notó, su cintura, quería decir, tampoco la delicadeza de sus hombros, que en ese momento estaban descubiertos... lo que era raro, porque cuando la vio en la sala de la novia, tenía un velo que cubría esos bonitos y delicados hombros... ¿No debería llevarlo? Y dicho sea de paso... ¿Por qué estaba caminando sola?

Notó que todos los presentes la siguieron hasta que llegó al altar, el maestro de ceremonia, que estaba ubicado en un atril, también la miró confundido, tampoco pudo decir nada cuando ella le hizo un delicado y educado gesto para que dejara el lugar y reemplazarlo.

Okey, okey, eso también era algo nuevo. No asistió a muchas bodas, pero hasta él sabía que la novia no ocupaba el lugar del maestro de ceremonia.

-Queridos invitados...

Aunque estaba parada con los hombros erguidos, la cabeza alta y con una suave sonrisa, su voz se quebró un segundo, se recuperó rápido, pero Sang-Tae, a pesar de la distancia, notó cómo sus manos se aferraron al atril, no sabía si por los nervios... o porque necesitaba sostenerse.

-Lamento la espera. No tengo más que brindar mis más sinceras disculpas por el retraso...

Todos contuvieron la respiración. No se escuchaba ni el silbido de una mosca. Ana respiró profundo, mantuvo la sonrisa antes de inclinar la cabeza a modo de disculpa, cuando la alzó de nuevo, Sang-Tae notó que tuvo que hacer un esfuerzo titánico para hablar.

-La boda se cancela por... por cuestiones personales. Pueden retirar el dinero que donaron en la entrada, los encargados ya están preparando los comprobantes. Respecto a la comida... pueden asistir si quieren, el servicio ya está pagado de todos modos. Gracias por venir... y una vez más, perdón por hacerlos esperar.

Sang-Tae no notó que se había puesto de pie hasta que alguien, la persona que estuvo a su lado hasta ese momento, le pidió permiso para salir. Sentía muchas cosas al mismo tiempo, la confusión era una de ellas, también sentía que debía hacer algo, no sabía qué, pero era peor que no hacer nada.

Ana pasó por el mismo pasillo, tenía que forzarse para no arrastrar los pies... pero con su ex suegra pisándole los talones, era muy difícil mantener la serenidad porque no dejaba de invadir con preguntas de por qué su querido hijo no estaba ahí.

Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora