Ana no estaba segura de cuánto tiempo lloró, o si ya había gastado su reserva de lágrimas por esa vida, sólo sabía que apenas podía mantener los ojos abiertos... tanto por el cansancio como por la hinchazón. También sabía que, en algún momento, entre el llanto e insultos a Deok-ha, se sentó junto con el jefe Cho en el balcón, el cambio de pose implicó que llorara en su hombro, y todavía seguía ahí. Echó la cabeza un poco hacia atrás para verlo... y no podía creer que su corazón sufriera un vuelco, pero lo hizo: su jefe apenas podía mantener los ojos abiertos, su cabeceo le pareció muy adorable... y le hizo pensar que quizás no sabía tanto de él como pensaba. Como su secretaria siempre tenía que estar un paso delante de él para optimizar su gestión en el trabajo... pero en las últimas horas, él fue quien avanzó más de cinco pasos por delante de ella en todos los sentidos.
Intentó moverse con cuidado, pero sintió una punzada de dolor en todo el cráneo, contener un quejido fue inútil.
-¿Está bien?
Aunque aceptó que se preocupara por ella, quería levantar los muros entre ellos otra vez, necesitaba hacerlo porque no quería acostumbrarse a su amabilidad, su estabilidad emocional pendía de un hilo muy fino y ya dejó que esa estabilidad dependiera de un hombre.
-Sí... sólo es un dolor de cabeza.-dijo, se puso de pie con cuidado, ya que la cabeza le pesaba una tonelada. Sintió las manos del jefe Cho, la estaba ayudando... y era más de lo que podía soportar, si continuaba así de atento lloraría otra hora como mínimo.
-Debería descansar... aunque también debería comer...
El dilema en su voz logró hacerla esbozar una pequeña sonrisa, si fuera por ella, dormiría una semana... o quizás dos.
-Prefiero ducharme primero, jefe Cho.
-Oh, sí, por supuesto. Eso la ayudará a descansar mejor.
Cuando el jefe Cho notó que podía caminar sin arrastrar tanto los pies, la soltó, y ella se sintió un poco desolada por eso... después quiso darse una patada. Él la escuchó llorar, chillar e insultar por media hora, o quizás fue menos, qué importaba, lo crucial es que estuvo ahí, no podía depender de su amabilidad por siempre, fue ambiciosa una vez, y mira cómo resultó.
Para evadir la oscuridad de ese pensamiento, le prometió que sería una ducha rápida, si era sincera, apenas podía mantenerse de pie, si optaba por una ducha larga lo más probable es que se quedara dormida bajo la lluvia... y prefería dormir en el sofá.
Ana arrastró la maleta hasta el baño, no se tomó el tiempo para admirar el lujo y la amplitud de esa habitación en particular, sólo se quitó la ropa y entró directo a la ducha. Dejó que el agua tibia aliviara la tensión en todo su cuerpo, fue como un breve paraíso terrenal... que no duró más de cinco minutos. Se envolvió con una suave toalla y buscó la maleta, quería salir ya vestida del baño... o ese era el plan, sufrió un breve colapso al notar el contenido de su maleta.
Sang-Tae, quien se mantuvo a una distancia prudente del baño, solo por si acaso, escuchó un grito y se apresuró a golpear la puerta, casi sudando frío al imaginar a Ana tirada en el piso del baño.
-¡Ana! ¿Está bien? ¿Qué pasó?
Se ve que estaba cerca de la puerta, porque apenas pudo abrirla unos centímetros cuando ella empujó del otro lado para cerrarla.
-Nn... nada, jefe Cho. Estoy bien. Salgo en unos cinco minutos.
Quería indagar más, sonó bastante agitada y un poco... ¿Mortificada?
-¿Segura que está bien?
-Sí. ¿Por qué no va llamando al servicio a la habitación para que preparen la cena? Creo que mi estómago puede tolerar algo más sólido que una sopa.
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Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomanceHay ciertos temores que pueden tener las novias en su día de bodas, y para Ana el peor se ha vuelto realidad: su novio la ha dejado plantada en el altar con un salón lleno de murmullos y cotilleos. Para su sorpresa, apareció en su rescate su jefe, C...