Capítulo 18

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El momento de tensión que se generó tras la pregunta de Sang-Tae explotó como una burbuja cuando escucharon tres golpes y un:

-¡Ana, Sang-Tae! ¿Están ahí? quería saber si van a cenar con nosotros.

-No hace falta que grites, cariño.

-No estoy gritando, Steve, sólo pregunto si van a bajar a cenar o se quedarán haciendo otras cosas...

Antes de que Alex dijera qué otras cosas podrían estar haciendo, Sang-Tae se apresuró a abrir la puerta, un poco conmocionado por la interrupción, mientras que Ana estaba agradecida, tanto que quería desmayarse.

¿Exageraba? quizás sí, un poco, pero la mirada del jefe Cho fue tan intensa... nunca la había visto de esa forma; no que ella recordara, por lo menos.

-... no podemos bajar en este momento, Ana no se siente bien.-contestó Sang-Tae después que Alex le preguntó si bajarían al restaurante.

Esa declaración despejó la mente de Ana, caminó hasta quedar al lado del jefe Cho con toda la dignidad que pudo reunir a pesar de estar sonrojada hasta las orejas:

-Ya me siento mejor, bajamos en unos minutos.

-¿Por qué estás tan roja?-cuestionó Alex después de mirarla con más atención-ay, no ¿Sufres una quemadura solar?

-Yo...

-¡Te traeré unas cremas para las quemaduras! son muy buenas, tienen doble humectación, ahora regreso.

Se fue tan rápido que no le dio tiempo para agradecerle, Steve, el esposo, la miró correr con un ligero movimiento de negación con la cabeza y una sonrisa cariñosa, después miró a Ana y a Sang-Tae para decir:

-Estaremos en la misma mesa de anoche, bajen cuando estén listos.

Él se despidió con una leve inclinación de cabeza y siguió a su esposa con paso tranquilo.

-Buuuueeeeeno....-logró decir Ana, después de tres segundos de silencio incómodo-mientras Alex regresa, me cambiaré de ropa.

Ana se cerró el cuello de la bata hasta la garganta e intentó correr hasta el baño, énfasis en intentar, porque Sang-Tae la detuvo a medio camino con un:

-¿Está huyendo de mí, Ana?

Es exactamente lo que quiero hacer.

-No, claro que no. No voy a bajar a cenar con esta bata, necesito algo más apropiado.

Intentó huir de nuevo, no era capaz de verlo a los ojos en ese momento, necesitaba un pequeño respiro.

-¿No va a responder mi pregunta?

-Ya la respondí.

-No esa. Me refiero a la del beso.

Ah. Esa pregunta.

Inhaló por la nariz antes de enfrentarlo, ahí estaba él a unos pasos de ella, mirándola con la misma intensidad, casi como si no existiera un mundo fuera de esa habitación.

-El deseo puede ser una razón válida... pero no en este caso. Creo que está confundido.

Él hizo una mueca de dolor como si lo hubiera golpeado en una zona vital.

-¿Confundido?

-Sí.

-¿Y por qué, según usted, estoy confundido?

El cerebro de Ana trabajó a toda velocidad para dar con las palabras correctas. O las que ella consideraba correctas.

-No estoy en su mente, jefe Cho, eso tendrá que averiguarlo por su cuenta.

Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora