Capítulo 4

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Sang-Tae comprobaría unas horas más tarde que no era difícil dar de comer o beber a un perro. Lo difícil era aguantar sus aullidos de alma en pena.

-¿¡Quieres callarte por un minuto!?-gritó, no tenía alternativa, el aullido de Chuchu resonaba en toda la casa.

El perro estaba en el ventanal que daba al jardín, desde ahí aullaba como si hubiera perdido a su ser amado... y podía darle la razón, no estaba con Ana, sino con él, un completo desconocido que solo quería quitar un poco de peso de los hombros de su secretaria.

-¡Aaaaaauuuuuuuh!-aulló con sentimiento.

Sang-Tae dejó lo que estaba haciendo, solo quería cenar y dormir, deseaba dejar ese alocado día atrás.

-No pienso abrirte la puerta otra vez, me hiciste ese jueguito tres veces, Chuchu. ¡Tres veces!

Se cuestionaría después por qué estaba discutiendo con un perro, de momento solo quería entender por qué aullaba tanto.

La bestia peluda hizo soniditos tristes, y lo miró con su único ojo desde la distancia... estaba empezando a comprender por qué Ana no podía estar enojada con él por mucho tiempo.

-Aaagh.-gruñó, frustrado-¡Está bien! te abriré, y más te vale salir a hacer... lo que sea que tengas que hacer. ¿Sabes lo difícil que es mantener la calidez en esta casa? no lo notas porque estás lleno de pelo, pero los humanos necesitamos calefacción, no toleramos el frío como tú...

Mientras se acercaba, Chuchu no le quitó la vista de encima, y cuando le abrió el ventanal para que saliera, continuó mirándolo... casi como si lo analizara. No tenía sentido. ¿Por qué una bestia peluda trataría de analizarlo?

-¿Vas a salir?

Chuchu lo miró, su cabeza era grande, la parte negra que rodeaba su cara parecía una máscara en forma de corazón, su único ojo era gentil... y casi risueño. ¿Se estaba burlando de él?

-Si no vas a salir ¿Entonces qué quieres de mí, Chuchu? ya te di la comida en el horario que especificó tu ama, también tienes agua y una cama calentita para dormir...

-Uuuhmm. -lloriqueó.

-No hablo tu idioma. Y no pienso llamar a Ana, necesita descansar, tuvo un día muy difícil...

El perro lloriqueó de nuevo, y movió sus patas delanteras con inquietud.

-¿Es eso? ¿Extrañas a Ana?

-¡Wooff!

Sang-Tae suspiró, y omitió ese pensamiento de que entendía el sentimiento. Lo omitió con todas sus fuerzas. Se agachó para quedar más o menos a una altura más cómoda para el perro.

-La verás mañana... o más bien dentro de unas horas. Solo tienes que aguantar unas horas sin ella, Chuchu. Ya verás que pasarán muy rápido.

El perro solo lo miró, Sang-Tae dudaba seriamente de su inteligencia... pero algo dentro de él le dijo que la bestia peluda sí comprendió lo que dijo.

-Voy a volver a la cocina, si necesitas ir al baño, me avisas.

Cerró el ventanal, Chuchu se mantuvo en el mismo lugar y sintió su mirada mientras caminaba hasta la cocina para terminar su cena, que era básicamente caldo, kimchi y arroz, era lo más ligero que podía cenar en un día... y estaba demasiado agotado como para preparar algo más elaborado.

Justo cuando pensó que podía disfrutar su momento de soledad como todas las noches, notó que Chuchu se había acercado hasta la isla de la cocina, y que se sentó sobre sus patas traseras para mirarlo muy fijo.

Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora