Capítulo 9

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Tras diez horas de vuelo, treinta minutos para salir del avión, más otros treinta minutos para buscar las maletas, pasar por inmigración y demás trámites para abordar otro avión para llegar a Coolangatta, Ana por fin pudo ver el cielo diurno australiano desde los ventanales del gran aeropuerto de Sidney; esperó sentir algo, como esa emoción por ver el mismo cielo que todos veían pero desde el otro lado del mundo... no sintió nada, sólo agotamiento, un viaje de diez horas drena la energía del viajero más entusiasta.

-¿Hay canguros en Coolangatta?-cuestionó el jefe Cho, llegando hasta ella. No era justo que alguien se viera guapo con el cabello despeinado por las interminables horas de vuelo.

-Supongo que sí, ¿Quiere que busque una excursión para que los conozca?

-¿Conocerlos? ¿Sólo yo?

-Sí, Coolangatta es más reconocido por sus playas que por los canguros... pero debe haber una reserva natural en un distrito cercano, puedo investigarlo en el camino...

-No, eso es algo que haría una secretaria... y estamos de vacaciones, Ana.

Qué curioso, ella no sentía ese viaje como unas vacaciones... solo era un trámite necesario para que le dieran el reembolso.

-Hablando de eso... ¿Sólo cambió el nombre de la reserva?

-Sí.

-¿Entiende que eso implica que está tomando el lugar de mi exprometido?

-Sí.-asintió, un poco más lento, ya no tenía la seguridad del primer "Sí".

-El trato para el reembolso del boleto implicaba que él no iba a tomar el vuelo de regreso porque iba a cancelarlo un día antes, aunque en realidad iba a hacerlo yo, porque ya avisé que venía sola... ¿Entiende a lo que quiero llegar, jefe Cho?

-Uhm, creo que sí. Debo cancelar el vuelo y comprar otro boleto fuera de la reserva ¿No?

-Sí, exacto.

-Eso no representa ningún problema, Ana, no sé por qué está tan preocupada...

-Me preocupa porque van a pensar que es mi esposo ¿Al menos solicitó otra habitación cuando decidió hacer esto? porque el paquete incluía una reservación en una suite matrimonial.

-Por supuesto que hice eso. Llamé al hotel antes de salir de mi casa.

-¿Y confirmó la reservación?

-Sí.

-¿Dos veces?

-¿Tenía que hacerlo dos veces?

-¡Jefe Cho!

Lejos de mostrarse molesto por el reclamo, Sang-Tae soltó una risita y dijo, muy seguro de sí mismo:

-Tranquila, Ana, si lo que le preocupa es compartir habitación, eso no pasará. Estamos de vacaciones, es momento de dejar de pensar como una secretaria y actuar como una turista, así que... ¿En serio no hay un lugar para ver canguros en Coolangatta?

Ana tenía que darle un punto a Sang-Tae por incitarla a soltar todos los datos curiosos que investigó de ese distrito de Gold Coast, tenían otra hora de vuelo por delante, y era mejor gastar ese tiempo hablando del lugar y evadir la realidad... porque esta todavía le dolía mucho, no quería recordar que literalmente su jefe tomó el lugar de su exprometido, y eso implicaba que todos pensarían que ya eran marido y mujer a punto de disfrutar su luna de miel...

Uh, no, definitivamente no quería pensar eso. Era demasiado loco. Demasiado catastrófico que creyeran que estaba de Luna de miel con su jefe.

-Lo lamento, señor, no tenemos reservada una habitación con ese nombre.

Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora