Capítulo 14

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Salir del estupor por el comentario del jefe sobre sus ojos fue fácil. Bastó con apartar la mano y adelantarse para ir a la habitación... no sin reprochar mientras ambos caminaban hasta el ascensor:

-¡No voy a fingir que soy su esposa!

Sang-Tae alzó los ojos al techo e inspiró profundo, empezó a extrañar a la secretaria que aceptaba todo sin rechistar.

-¿Por qué no? sería beneficioso para ambos.-dijo con tranquilidad, y ya que ella empezó a hiperventilar, pulsó el botón del ascensor que los llevaría hasta la suite.

-¿Beneficioso para ambos? ¿¡Cómo "fingir" puede ser algo beneficioso!?

Sus ojos miel resplandecían por la indignación, no pudo evitar pensar que encontrar una piedra preciosa que hiciera justicia al color de sus ojos era una tarea imposible.

-Usted empezó la mentira, ¿Por qué no podemos continuarla?

-¡Lo hice para alejarlo de Constance! no pensé en mi beneficio...

-¿Está segura?-insinuó, podía creer que lo hizo por él, pero quería que admitiera que también lo hizo por ella... sin saber si quería que se tomara el tiempo para reflexionarlo.

Ana se sonrojó hasta las orejas, y fue incapaz de mantener el contacto visual.

-Estoy segura. No voy a fingir que soy su esposa, punto final.

El ting del ascensor anunció que llegaron al piso de la suite, ella se apresuró para salir apenas las puertas se abrieron, y a Sang-Tae no le costó alcanzarla, en cuanto llegaron a la habitación, con las emociones de ambos a flor de piel, decidió continuar con el debate:

-Si lo piensa bien, verá que no es una mala idea.

Ella giró sobre sus talones para verlo como si considerara llamar al hospital psiquiátrico más cercano.

-Podría evitar las preguntas sobre por qué decidió venir sola a su luna de miel.

-No vine sola. Estoy con usted.

Estaba a punto de decir que vino como un amigo, no como un esposo, pero se dio cuenta que no era ninguno de los dos.

-Es cierto, y ya asumen que somos un matrimonio...

-Porque no nos dieron tiempo de explicar las circunstancias, mañana lo haré durante el desayuno, quizás se alejen y esparzan rumores... pero no importa, es lo mínimo que puedo esperar. Ya me había preparado... o bueno, asumí que hablarían sobre lo que pasó, todos aman un buen chisme, sólo tengo que soportarlo unos días.

-No tendría que soportarlo si continuamos con la mentira...

Ella inspiró profundo y estiró las manos hacia él, casi como si quisiera sacudirlo hasta hacerlo entrar en razón... pero se mantuvo en el mismo lugar, luchando para mantener sus emociones bajo control.

-No voy a continuar con esta mentira, y, por favor, no insista. Estoy demasiado agotada como para explicar por qué esto es una completa locura... y cómo esto podría afectar su reputación, de hecho, ni siquiera tendría que decirlo, usted debería saber mejor que yo sobre las consecuencias de los rumores.

-¿Mi reputación?-repitió, confundido ¿Por qué hablaba sobre él, cuando se supone que ella sería la más afectada por esos rumores?

Ana suspiró, agotada, arrastró los pies hasta el baño, dando por finalizado el debate, Sang-Tae no estaba dispuesto a terminarlo así, quería insistir en que la mentira sería beneficiosa para ambos, no sólo alejaría los ademanes coquetos de Constance, también le ahorrarían la explicación sobre cómo fue abandonada en el altar y que hizo el viaje por el reembolso.

Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora