Se acercó a esa entrañable escena casi de puntitas, conteniendo las risas inoportunas a duras penas. Ya cuando estuvo más cerca notó que sólo el jefe se quedó dormido, Chuchu tenía su ojito abierto y la lengua afuera, un poco cansado por el ejercicio.
-¿¡Woof!?
Ana no tuvo tiempo para decirle que se detuviera, se levantó de un salto y pisó al jefe en el estómago cuando pasó encima de él.
-¡Ouff!-Sang-Tae se sentó con un gruñido frustrado- ¡Yia, perro! ¡Te dije que...! ¿Ana? ¿Cuándo llegó?
Como ella se agachó para recibir los saludos efusivos de Chuchu, tardó unos segundos en contestar:
-Acabo de llegar, jefe Cho. No quise despertarlo.
-No estaba dormido.-dijo, con los ojos bastantes dormidos.-Solo me acosté para descansar el brazo. Chuchu tiene energía ilimitada. ¿Qué contiene esa comida para perros?
Ana otra vez no pudo contener la risita, Chuchu no dejaba de saltar a su alrededor, hasta que decidió alejarse para buscar la pelota de luces.
-No estoy segura, jefe Cho. Creo que está feliz por tener un lugar donde puede correr libremente...-Chuchu llegó con la pelota, la lanzó lo más lejos que su brazo podía-debí advertir que eso podía pasar.
Como no pudo lanzar la pelota tan lejos, el perro regresó solo unos segundos después, dejó caer la pelota en su mano y volvió a lanzarla.
-¡Woff!
-Estuve casi tres horas haciendo eso y no tuvo resultado.-comentó Sang-Tae con seriedad, Ana lo miró con una dulzura que lo tomó por sorpresa.
-Ya puede ir a descansar, jefe Cho, solo haré unos cuantos lanzamientos antes de llevarlo dentro de la casa.
-¿Y después qué hará?
La pregunta la tomó tan desprevenida que Chuchu tuvo que darle un hocicazo en la mano para llamar su atención, le lanzó la pelota antes de contestar:
-Chuchu no tiene tanta energía ilimitada, mire, ya tarda un poco más en regresar con la pelota. ¿Verdad que sí, mi pequeño?-le habló como bebé, Chuchu movió la cola con más entusiasmo-¿Verdad que solo querías disfrutar este enorme espacio verde? Eso es, precioso.-lo felicitó cuando le entregó la pelota-¡Ahora, ve!
Le lanzó la pelota con el resto de sus fuerzas... y sintió un tirón en el hombro, aunque evitó quejarse, el gesto de dolor fue demasiado notable, tanto que el jefe Cho se acercó para examinarla.
-¿Qué le pasó? ¿Está bien, Ana?
Ella soltó una risita, y se llevó la mano contraria al hombro izquierdo para masajearlo.
-No es nada. Solo fue un pequeño tirón.
-No debió venir. Está cansada, yo podía encargarme de Chuchu.
-¿Entonces por qué me llamó?-preguntó con suavidad, el perro regresó con la pelota, y esta vez la lanzó con la mano contraria mientras miraba fijo a Sang-Tae, tenía la nariz roja por el frío... y tenía menos capas de abrigo que ella, apenas llevaba jeans oscuros y una camiseta térmica con cuello de color negro y un cardigan color vino tinto.
Es la ropa más informal que lo vio vestir, y tenía que admitir que le sentaba bien.
-No sé. Siempre la llamo cuando estoy en problemas... y no es que Chuchu sea un problema, es solo que me sentí un poco desesperado cuando, después de dos horas lanzando esa cosa, él ni siquiera jadeó por el cansancio. Me imaginé a mí mismo lanzando esa pelota hasta el amanecer y entré en pánico, entonces la llamé porque es la primera en mi lista de llamadas... y cuando contestó, me di cuenta lo que hice y corté.
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Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomanceHay ciertos temores que pueden tener las novias en su día de bodas, y para Ana el peor se ha vuelto realidad: su novio la ha dejado plantada en el altar con un salón lleno de murmullos y cotilleos. Para su sorpresa, apareció en su rescate su jefe, C...