Después de tomar un respiro para tranquilizarse, abrió la cuenta compartida en la computadora, ya que su celular estaba saturado de mensajes otra vez, tanto de Deok-ha como de su madre... esta última la insultaba por no darle con el gusto a su querido hijito.
Cambió las contraseñas de sus cuentas bancarias personales por las dudas, no creía que Deok-ha las recordara... pero era mejor prevenir que lamentar, y ya lamentaba demasiado.
Después de cambiar la contraseña de su email personal (nunca se era demasiado precavida) pasó a la página de la aerolínea para cancelar el viaje de la Luna de Miel a Australia... sí, de todos los destinos posibles, Australia ofreció el mejor paquete para parejas del mercado: el viaje incluía la estadía en un Hotel tres estrellas (no tenía tanto presupuesto para uno de cinco) en Coolangatta, un distrito que quedaba a media hora de Gold Coast. Eligió ese lugar no tan solo por el precio... sino también por todas las opciones que ofrecían para una pareja recién casada: spa, excursiones a los destinos turísticos más icónicos de la ciudad y clases de surf... Deok-ha aceptó el destino por esto último porque siempre quiso aprender a surfear.
Bueno, que esas clases se la pagara su nueva novia en el futuro, es todo lo que pudo pensar mientras hacía click para cancelar la reservación, hasta que leyó que no podía hacerlo.
Sang-Tae sabía que estaba invadiendo la privacidad de su secretaria al mantenerse pegado en la pared lateral, pero fue más fuerte que todo sentido común... y más cuando la escuchó maldecir en silencio. Nunca la escuchó maldecir... no en su presencia, por lo menos.
-¿Hola? sí, llamo para cancelar una reservación... -la frustración en su voz era demasiado palpable, pero trató de mantener la tranquilidad-a nombre de Anabel Torres y Kim Deok-ha... uhm, sí, exactamente. Estoy leyendo que no aplican la política de reembolso a menos que el viaje sea cancelado veinticuatro horas antes de la fecha del vuelo... sí, ya sé que el vuelo sale hoy por la noche, pero quiero cancelarlo de todos modos y tener el reembolso... no, no puedo solo cancelarlo y no tener el reembolso, ne... necesito ese dinero.
La necesidad de ayudarla fue más fuerte que él, asomó la cabeza por la puerta entreabierta... y retrocedió por el susto en cuanto Ana gritó:
-¡Que sí leí su política! y sé que es su trabajo, pero no... ¿Que me tranquilice? ¡Estoy bastante tranquila! Necesito cancelar el viaje porque mi prometido me abandonó, ¿Ahora entiende por qué quiero cancelar? ¿Por qué voy a pagar por un paquete de parejas cuando no tengo una?
Eso último lo dijo con una risita que ya rozaba la histeria... y le dolió escucharla así.
-Sí, estoy dispuesta a hablar con su supervisor. Es más, estoy dispuesta a hablar con el presidente de la aerolínea si es necesario, pero no finalizaré esta llamada hasta que me den una solución.
Se atrevió a sonreír, esa era la Ana de siempre... o casi siempre; deseó poder hacer algo más por ella... pero entendió que no tenía derecho a intervenir... a menos que ella lo solicitara, si lo hacía, era capaz de mover cielo y tierra con tal de solucionar todo lo que la agobiaba.
Tras una hora de deliberación con el supervisor, Ana más o menos consiguió un acuerdo... pero no se sentía realizada, todo lo contrario, le dolía la cabeza, solo quería recostarse en una cama y dormir por una semana, no obstante, no hizo eso, salió de la oficina y se encontró con Chuchu... y al jefe Cho, a quien notó un poco agitado, no tenía cómo saber que él estuvo detrás de la puerta todo ese tiempo y que, en cuanto escuchó el ruido de la silla, se levantó de un salto y corrió al otro lado del pasillo para fingir que recién subía por las escaleras.
-Oh, Ana ¿Ya terminó lo que necesitaba hacer?
Tampoco notó que Chuchu lo miró con su único ojo en modo acusador.
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Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomanceHay ciertos temores que pueden tener las novias en su día de bodas, y para Ana el peor se ha vuelto realidad: su novio la ha dejado plantada en el altar con un salón lleno de murmullos y cotilleos. Para su sorpresa, apareció en su rescate su jefe, C...