Ana quería seguir durmiendo, pero sintió algo rasposo lamiéndole la cara, así que se obligó a abrir los ojos.
-¿Chuchu?
Él soltó un sonidito lastimero, Ana soltó una risita enternecida y se incorporó, por fin logró enfocar la cara de Chuchu... y lo notó inquieto, casi preocupado.
-Buen día, pequeño.
-¡Wooff!
Su mente estaba en modo automático, y lo primero que hacía al abrir los ojos era prepararse para sacar a pasear a Chuchu, y mientras hacía eso, ponía la cafetera y programaba la arrocera para que Deok-ha preparara su desayuno coreano...
Hasta que terminó de despertar y entendió que no estaba en su cama, ni siquiera estaba en su departamento. Reconoció la sala de estar y los sillones de la casa del jefe Cho, por un momento su cerebro hizo un corto circuito y no recordó cómo es que llegó ahí...
Hasta que todos los recuerdos la golpearon a la vez: la boda, la llamada de Deok-ha, la cancelación... y al jefe Cho rescatándola. Fue demasiado para procesar, una parte de ella quería ceder al cansancio y dormir por tres días... pero tomó un respiro y se pasó las manos por la cara, notó una curiosa humedad en las pestañas, lo que la hizo ver con más curiosidad la almohada donde descansó la cabeza... y sí, también estaba húmeda ¿Lloró mientras dormía? ¿Por qué no recordaba eso...?
-Uuhmmm.-lloriqueó Chuchu, y subió las patas delanteras al borde del sillón para darle un lametón en la nariz.
-¡Chuchu!-protestó con una risita.
-¿Ya despertó?
El jefe Cho estaba en el inicio de las escaleras del primer piso, vestía ropa informal, lo que no restaba elegancia a su presencia...todo lo contrario, los jeans oscuros y el jersey azul de punto se ajustaban muy bien a su cuerpo alto y atlético.
Demasiado bien, en la humilde opinión de Ana.
-Eh...-su cerebro sufrió otro corto circuito, no por la presencia del jefe... sino por todo lo que la llevó a estar ahí-sí... Buen día, jefe Cho.
Se levantó y por poco tropezó con sus propios pies, ya que estaban enredados con la manta. Trató de no maldecir su torpeza, Chuchu se movió con más inquietud, pero apenas el jefe llegó al final de las escaleras, corrió hacia él con un ladrido alegre; para su sorpresa, Sang-Tae esbozó una sonrisa y se inclinó un poco para acariciar la cabeza del perro a modo de saludo; Chuchu se comportó como un buen perrito y se sentó para recibir la caricia más a gusto.
Que alguien le confirmara si saltó a otra dimensión sin darse cuenta. Le parecía extraordinario que Chuchu recibiera la caricia del jefe con esa expresión tan risueña.
-¿Estuvo llorando?-preguntó Sang-Tae, después de mirar a Ana con más detenimiento.
-¿Quién? ¿Yo? No, claro que no.-soltó una risita nerviosa, sin saber por qué tendría que estar nerviosa en primer lugar. Decidió doblar la manta térmica para huir de la mirada inquisitiva del jefe.
-¿Segura?
Él había avanzado los últimos pasos que los separaba, su altura podía resultar un poco intimidante... pero Ana estaba acostumbrada a sufrir tensiones en la cervical cada vez que tenía que verlo a los ojos, los cuales eran de un color chocolate oscuro, y en ese momento estaban fijos sobre ella, como si quisiera descifrar sus secretos.
-Por supuesto, jefe Cho, ¿Por qué mentiría...?-logró contener la risita nerviosa... pero no pudo ocultar el bochorno, ya que se dio cuenta de algo bastante importante: que no se había lavado los dientes, y a pesar que el jefe Cho estaba a una distancia que no invadía su espacio personal... no quería arriesgarse a que él oliera su aliento de humano descompuesto, así que se tapó la boca.
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Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓN
RomantikHay ciertos temores que pueden tener las novias en su día de bodas, y para Ana el peor se ha vuelto realidad: su novio la ha dejado plantada en el altar con un salón lleno de murmullos y cotilleos. Para su sorpresa, apareció en su rescate su jefe, C...