Capítulo 3

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Una vez que Sang-Tae se recuperó del bochorno por casi ver a su secretaria en ropa interior, supo que ella estaba llorando, y eso lo carcomía, pero no podía hacer algo al respecto. Ana mantuvo la compostura por mucho tiempo, incluso cuando sería lo más natural que ella reaccionara con histeria... que mantuviera la calma a pesar de todo, era destacable. Ahora tenía que tener un momento para llorar su pérdida... que iba más allá de que la dejaran plantada en el altar. Él no quería pensar mucho en eso, no por el momento, ya que ese sentimiento de furia seguía en él, y necesitaba tiempo para procesarla... así que se alejó, física y mentalmente se alejó del baño de damas. Ya estaba considerando retirarse de la oficina cuando sonó su celular, era Eun-bin, deslizó el dedo para atenderla, bastante curioso (y agradecido) de que lo llamara a él y no a Ana.

-Lo siento, jefe, sé que no debo llamarlo si no es una emergencia... pero no creo que Ana pueda recibir la noticia justo ahora...

-¿Qué pasó?

-Bueno, eh... vine por las cosas a su departamento, pensé que podía llevarle la maleta que preparó para el viaje de la luna de miel... pero ese... ese idiota... hijo de su mala madre de Deok-ha...-su furia era bastante perceptible a pesar de la distancia-¡Dejó todas las cosas de Ana en cajas fuera del departamento, y no solo eso, también cambió el código de ingreso! ¿¡Cómo puede ser tan desalmado!?

Sang-Tae escuchó un crack, solo eso, se dio cuenta que apretó el celular con demasiada fuerza, otra vez lo invadió esa curiosa y extraña furia...

-Entiendo. Limítese a traer una muda de ropa para Ana, Eun-bin-ssi. Solucionaremos el tema de las cajas más tarde y... -su vista se perdió en la distancia, o más bien, en la puerta del baño, donde sabía que su secretaria estaba llorando por su corazón roto-busque a Chuchu. Creo que es el único que puede consolar a Ana en este momento.

-¿Qui... quiere que lleve al perro de Ana a la oficina, señor?-cuestionó, por si escuchó mal.

-Sí. Eso mismo. Llamaré a una empresa para que retiren las cajas. Las llevarán a un lugar seguro hasta que Ana decida qué hacer.

Antes de colgar, Sang-Tae pensó que su secretaria necesitaba que alguien fuera resolutivo por ella por lo menos por una vez... ya que ella siempre lo fue para los demás.

Consideraría las razones de por qué estaba siendo tan atento con ella en otra ocasión, no podía abandonarla y ser igual de desalmado que el idiota de su exprometido.

Los tacones de Eun-bin resonaron en el pasillo, y cuando vio a Cho Sang-Tae, el jefe antipático, aunque muy responsable y trabajador apoyado en el umbral de la puerta del baño de mujeres como un perro guardián, derrapó junto con la maleta y lo miró sin entender nada.

-Ana está adentro.-indicó, y se apartó para darles más privacidad... y ella continuó mirándolo como si no lo conociera.

De hecho no lo conocía, ella trabajaba en otra área y tenía otro jefe... pero era parte del grupo de secretarias de ese piso, y todas compartían chismes sobre sus jefes... menos Ana, no había brindado más información sobre su empleador, no más de la que todos sabían: que era serio y que prácticamente no tenía vida social fuera de la oficina.

-¿Eun-bin?-Ana la llamó tímidamente desde la puerta.

Eun-bin sacudió la cabeza y entró en el baño, Ana llevaba el saco del jefe... y le quedaba enorme, por supuesto, lo cual era una ventaja porque no llevaba más que la ropa interior debajo de esa prenda.

-Traje tu maleta, por las dudas. Tus cosas... tus cosas del departamento ya están resguardadas y las llevarán a un depósito hasta que encuentres otro lugar para vivir.

Una luna de miel con mi jefe┃Latinas en Asia┃EN EMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora