Es solo... Cumplir con tu palabra

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Pedri:

A pesar de todo, su mano se sentía cálida junto a la mía, entre mis dedos, mis palmas...

—No la vi—susurró Morgan y una lágrima le recorrió la mejilla—, creo que fue suerte, porque así puedo conservar un buen recuerdo de ella, bailando en la habitación mientras yo trataba de imitarla—tomó un suspiro antes de continuar—. Esa mañana no fui a la escuela, mamá no me había levantado y cuando yo lo hice fui directa al baño, pero estaba cerrado, primero llamé una vez y no atendió, luego dos, tres y era una niña, pero aún así sabía que algo estaba ocurriendo y recuerdo que comencé a gritar y gritar y desde ahí nada...

>>Lo único que recuerdo después de eso es a una señora rubia que nunca antes había visto, acercarse a mi y abrazarme tan fuerte que llegué a pensar que estaba tratando de ahogarme, solo susurraba en mi oído una y otra vez que todo estaría bien. Era mi abuela.

No sabía que pensar, ni como actuar y estaba maldiciéndome por no encontrar la manera adecuada de reaccionar, no sabía que era lo correcto, nunca había conocido a alguien que hubiera vivido una situación de tal magnitud.

Pero me dejé guiar por mis instintos y solté la mano de Morgan para tomarla por los hombros y abrazarla. No sabía si esto serviría de algo, si le brindaría algún tipo de consuelo o si era un granito de arena comparado con la montaña que ella necesitaba.

Pero así lo hice.

Nos abrazamos durante horas.

Y llegué a creer que los dos estaríamos bien.

Que ella estaría bien.




Morgan:

Llegué al estudio alrededor de las diez de la mañana, pero había estado despierta desde la noche anterior, no había podido pegar un ojo en toda la noche, a pesar de eso, estaba bien.

—¿Hola?—dije entrando en el lugar porque la puerta estaba abierta. No había nadie en la recepción, aunque era un poco obvio porque estaban buscando una recepcionista—. ¿Hola?—avisé porque no quería que pensaran que estaba robándome algo.

Nada.

No había música y solo estaba acompañada por el sonido de mis zapatos a medida que avanzaba hacia el centro del estudio.

Era hermoso. 

Era una habitación gigante que tenía un piso de madera muy brillante, solo algunas huellas con resina de las zapatillas de baile arruinaban la perfección, pero pensé que, en realidad, no importaba porque le daba a este lugar un toque...

¿Artístico?

No lo sabía, pero no me gustaría que las borraran.

Todo el lugar estaba rodeado de espejos y mi reflejo apareció, mis ojeras estaban más marcadas de lo normal debido a la falta de sueño.

En las esquinas habían casilleros, pero no unos normales grises, oscuros y aburridos, sino unos pintados de forma tal, que separados solo se verían formas abstractas, pero juntos, formaban a una hermosa bailarina.

—Volviste—dijo la vocecita que había escuchado la noche anterior.

—Bueno, yo siempre cumplo con mi palabra—respondí, mis latidos se habían acelerado un poco porque la niñita que tenía frente a mi, tenía la capacidad de aparecer y desaparecer cuando ella quisiera, lo hacía sin que nadie se diera cuenta.

Su nombre es Olivia.

—Eso es bueno saberlo—dijo otra voz, una más potente y seria, antes de que Olivia pudiera contestar.

IT'S JUST A MISTAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora