Es solo un... Baile

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Morgan:

—Ya me voy, abu —dije mientras le daba un beso en la frente para después acomodar su almohada.

—Cuídate mucho, mor.

—No me esperes despierta—le advertí—. Y no te preocupes por nada, el doctor ya dijo que no debes hacerlo porque te hace mal y puede ser peligroso.

—Es difícil no hacerlo, no me gusta que salgas a estas horas.

Le di una pequeña sonrisa antes de salir de casa.

Tenía la cabeza en otro lado, estaba enfadada conmigo misma porque no me había atrevido a llamar a Pedri, por alguna razón, justo antes de apretar a llamar, mi dedo se detenía, creía que tal vez debería tomarlo como un favor a un desconocido, mi buena acción del día. Quizás me daba un poco de vergüenza llamarlo para cobrarle, no quería que se diera cuenta de que en verdad lo necesitaba y me enfadaba todavía más que me importara que él se diera cuenta de que, de hecho, sí necesitaba el dinero y me preocupara lo que pensara de mí, como si pudiera darme el lujo de fingir algo que no era frente a alguien a quién no vería más.

Solté un suspiro, antes de entrar en el club.


—Yo digo que deberías cobrarle—dijo Angie, ni bien me vio entrar en el lugar—. Él te ofreció un trabajo, tu aceptaste y cumpliste, no hay más que decir—me senté en mi tocador para comenzar a arreglarme y Angie me siguió—. Además, necesitas el dinero, ¿no?

—Sí, lo necesito y mucho—respondí y me saqué la camiseta para vestirme.

—Pues no hay más que decir, llámalo y cóbrale—Angie fue directa a mi bolso, tomó mi móvil y lo puso frente a mis ojos—. Además, no creo que el futbolista se vaya a hacer más pobre por esto, seguramente debe ganar millones, ¿no dice tu abuela que es muy bueno?

Asentí.

—Pues deberías cobrarle los intereses, nena.

Angie tenía razón, esto a él no le afectaría para nada y yo podría comprar más medicación para mi abuela.

Tomé el teléfono y le apreté a llamar.











Pedri:

No le contesté.

No le contesté a Lola porque justo en ese momento estaba entrando al club y no quería que supiera que estábamos en el mismo lugar, por lo menos, aún no.

Fui directo a la barra y esperé a que las bailarinas salieran. No estaba seguro de si hoy le tocaría trabajar en el mismo sector donde la vi por primera vez o junto con las demás bailarinas, así que decidí colocarme en un punto intermedio.

No iba a mentir, quería verla bailar una última vez.


Las luces se apagaron totalmente, pero la oscuridad solo duró diez segundos, para cuando se volvieron a prender y adoptaron tonalidades rojas, había una bailarina en cada tubo. Levanté la vista y traté de encontrarla con la mirada.

Fue fácil, Lola llamaba la atención de todas las personas que se encontraban en ese lugar.

Todos comenzaron a aplaudir cuando la música comenzó a sonar, pero a diferencia de la primera vez, en la despedida de Joaquín, las canciones que sonaban ahora eran lentas y no tenían un ritmo tan acelerado, era similar a las que Lola había bailado.

Ella estaba a unas cinco mesas de mí y no se había percatado de mi presencia.

Fue inevitable que recorriera su cuerpo, tenía unas botas negras tan largas que le llegaban sobre la rodilla y llevaba un conjunto de color rojo que no dejaba mucho a la imaginación y aunque quería ser un caballero y no fijarme tanto... En ella, no podía apartar los ojos.

IT'S JUST A MISTAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora