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Rihanna

Tras una noche con Lando, bastante divertida y despedirme de él al día siguiente por la noche porque nos íbamos a nuestra casa, llegamos y nos quedamos hablando de todo.

–¿Cuándo hay carrera de estas ilegales?

–El finde que viene –sonríe de una forma que no me gusta nada–. Tú de lo que tienes ganas es de ver a L… ¿A qué síííí?

–Sí… a ver si puedo conseguir saber más de él. Es un malote, me encanta.

–Y no sé, pero en el fondo… ¿No se te hace raro sentirte atraída por alguien a quien no le has visto ni la cara y sabes cinco cosas contadas de él? No sabes ni su nombre.

–Es raro, pero si cae un polvo, cae.

–¿Vas a dejar que te quite la virginidad ese tío? –arquea una ceja.

–Es verdad… pues… penetración no.

–Tú espérate al fin de semana.

–Que ganas.

–A lo mejor ni aparece… –se burla.

–Pues no pasa nada.

Yo iba a tiro fijo. Si lo veía, iría sin pensarlo dos veces. Impacientemente esperé al fin de semana, y cuando llegó esa noche de viernes, corrí con mi amiga al coche de su novio al lugar en donde se celebrarían. Busqué con la mirada, y a primera vista no vi a nadie.

–Pues no está, no.

–¿Quién? –oigo su voz detrás de mí.

–¡Joder!

Él se ríe a carcajada limpia.

–¡Qué salto has pegado!

–Como te pille.

–Tal vez te he pillado yo –se acerca peligrosamente a mí.

–Claaaro.

Alzó su muñeca, presumiendo mi goma de pelo.

–Te la puedes quedar, ya te lo dije.

–No he dicho que te la fuera a devolver.

–Me alegro.

–Bueno, Riri… ¿Vas a subir? –me abre la puerta del copiloto.

–Pues a eso venía.

Nos subimos al coche. Aún faltaba un rato para empezar la carrera, pero el simple hecho de estar dentro de ese coche me encantaba. Vi que él se apoyaba en la puerta y se giraba hacia mí, observándome. No podía ver sus ojos, pero notaba su mirada encima. Una mirada tan intensa como el fuego. El ambiente empezaba a tensarse, el aire se hacía más denso. Esto está yendo por otro sitio, pero joder…

–¿Como te han ido estos días? –intenté suavizar.

–Bien. Pensando en volver a verte, siendo sincero.

–Me alegro.

–¿Y tú?

–Fui a ver la Fórmula 1 y conocí a Lando y a muchos más.

–Qué guay, mi vida es aburrida comparada con la tuya. Corro, y ya está.

–Y te corres, ¿no?

–Sí –ni siquiera dudó en responder–. Pero soy bastante privado. Me gusta jugar –hace un gesto con su mano. Dios mío…

Si supiera como me ha puesto ese simple gesto, ya ni siquiera correríamos aquí. Me hizo que viniera con dos dedos.

–¿Qué coño pretendes hacer con el casco puesto? –reí.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora