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Rihanna

Últimamente notaba cierta tensión entre Óscar y Lando, desde entonces Lando se juntaba más de nuevo con Carlos. También se le veía con George a pesar de que le cayó un poco mal en su momento por lo que tuve con él. A ellos a veces se unía Daniel.

–Óscar me está empezando a tocar los huevos de una manera digna de estudio –masculla Lando.

–A mí me sigue cayendo bien.

–Te quiere follar, date cuenta –me mira con el ceño fruncido.

–¿Y quién no? Mírame.

–... Estoy hablando en serio, Rihanna.

–Reláájate.

–Estoy harto.

–Lando, relájate. Ni siquiera hemos confirmado que eso sea cierto –Carlos se encoge de hombros. Asentí, tenía razón. Yo ni siquiera pensaba eso, solo era cariñoso conmigo porque me había cogido cariño.

–¿Sabes? Estoy harto de que me traten por loco –buscó con la mirada, y después, silbó–, ¡Logan! –el mencionado se acercó y nos saludó–, necesito que me digas algo –el americano presta su atención–, ¿Óscar quiere algo con Rihanna?

–Ehmm... a mí todavía no me ha dicho nada, si es que es verdad.

–Lo ves... –suspira Carlos.

Lando se pasa la lengua por los labios y frunce el ceño.

–Sigo sin fiarme de él. Ojo de loca nunca se equivoca. Tarde o temprano se verá que tengo razón.

–Venga, cariño, vámonos.

Lando suspira, abraza a sus amigos y nos vamos. Lo veo nervioso, estresado, agitado.

–Venga, despejate.

Él me mira.

–... Lo intento.

–Date un baño o descansa.

–O... –me acorrala contra la pared.

–Ey... aquí no.

–¿Por qué no? –noto sus labios y lengua en mi cuello.

–Cualquiera nos ve.

–Eso es lo que da morbo.

–Por dios, Lando –reí.

–Shhh... déjate llevar y disfruta.

–Como mañana me diga cualquiera o nos venga ahora diciendo que nos ha pillado, te las verás conmigo.

–¿Segura de que soy yo el que va a recibir, zorra? –su mano entra en mi ropa interior, y sus dedos en mí.

–Oh... –suspiré y me agarré a sus hombros.

Hacía maravillas con sus dedos. Todo él te hacía ver las estrellas. Era simplemente increíble lo habilidoso que es con los dedos, y no solo con eso. Seguía besando mi cuello, y a juzgar por lo que sentía, estaba marcándolo.

–Lando, por favor.

–¿Qué? –murmura.

–Vámonos.

Empieza a mover sus dedos más rápido. Cuando sus dedos se movían sobre mí clítoris, podría correrme ahí mismo. Y esas eran sus intenciones.

Mis manos se aferraron a su cabello mientras sentía mi cuerpo vibrar, fruto del orgasmo que se me avecinaba. Y justo cuando estaba por llegar, paró y me dio un beso en la mejilla.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora