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Rihanna

Llegó la hora de la cena. Yo estoy enfrente del tocador de la habitación, preparándome para irme con Lando. No sabía que estaba pasando entre Lando y yo, pero me gustaba mucho lo que estaba sintiendo y experimentando. Cómo dijo, a la hora indicada me tocó la puerta. Guardé mi gloss en el bolso y salí con él. Me miró de arriba a abajo y sonrió, le gustaba como iba. A mí también me gustaba como iba él, con una camiseta a medio abrochar como hacía siempre, que le quedaba como anillo al dedo. Lando era un chico que era difícil de superar de belleza.

-Espero que tengas hambre porque yo me comería un toro entero -me da la mano.

-Me comería cualquier cosa que me pongan en el plato.

Me mira alzando las cejas. Ya sé ha malpensado. Dios...

-¿Si me pongo yo en el plato me comes, señorita?

-Mmm... tendría que pensarlo, señorito. Un plato como usted no hay que desperdiciarlo así como así.

Él se ríe ante mi comentario mientras caminábamos hasta el aparcamiento. Es que era cierto, ¿quién desperdiciaria cualquier cosa de Lando? Solo la más estúpida. Me abrió la puerta como todo un caballero, y después de que me sentara, rodeó el capó para ocupar su lugar. Bonito coche le habían dado.

Condujo por las calles de Mónaco con tranquilidad, incluso pasó por algunas curvas que formaban parte de la carrera de mañana. Conducía de una forma tan suave que parecía que flotaba por el asfalto, me hacía sentir segura y tranquila. No me gustan los tíos que hacen el loco al volante porque si. Pero él, él me gustaba. Mucho.

-Ya estamos, espero que te guste, es de mis sitios favoritos -aparca.

-Descubramoslo.

Salimos del coche y en cuanto entramos por la puerta, un increíble olor a comida me invade las fosas nasales.

-Dios.

Nos sentaron en una mesa bastante apartada, estaríamos tranquilos. Nos trajeron la carta, pero él la ignoró por completo. En cambio yo sí le ojee.

-¿Ya sabe la reina que va a pedir? -sonrío. Me hace gracia que siempre esté con apodos.

-Carne.

-Muy buena elección.

-Y vino, aunque tampoco bebo mucho teniendo dieciocho, pero una copa no hace daño.

-Pide lo que quieras, pago yo.

-Bueno...

-Y que no te sepa mal -me guiña un ojo.

-Vale, pero a la próxima dejame a mí.

-Si pagas más rápido que yo, te dejaré.

Suspiré y reí. Nos trajeron la comida. Lo mismo. El mismo plato.

-Copiona... -suelta él por lo bajini.

-Soplapollas.

Levanta la mirada del plato hinchando sus mejillas, conteniendo una carcajada. Aparté la mirada intentando contener una carcajada. Todo eran risas y buen rollo con él. Es de las cosas que más me gustaban de pasar tiempo con él, las risas.

-Zorrilla.

-Para nada.

-Me gustan las zorrillas.

-Anda.

Su mirada me ponía histérica. No sé si sabía lo que estaba haciendo, pero estaba provocando que cruzase las piernas por debajo de la mesa. Es de lo que no hay.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora