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Rihanna

Lando sobre mí me hizo el amor de la mejor manera que pudo. Todo lleno de besos y cuidado, hasta que pude acostumbrarme y empezó a gustarme. Me encontraba en su pecho, después de hacerlo. Me acariciaba el pelo mientras mantenía una sonrisa en sus labios. Es como si hubiera cumplido el sueño de su vida, me hizo gracia.

–¿De que te ríes?

–De tu cara.

–Bueno, perdón por estar contento, eh.

–Que mono.

Me dio un beso en los labios. Me sentía en el cielo. En una nube. Había cumplido mis fantasías con el chico que me gusta.

–Buenas noches, Lando.

–Buenas noches, Riri.

Y con una sonrisa en la cara, me dormí. A la mañana siguiente él ya no estaba, pero había una nota en su lugar que al principio me dio un vuelco al corazón, pero solo me decía que estaría en el gimnasio. Dios, lo mataría si me llegase a abandonar.

Aproveché para ducharme tranquilamente y hacerme mi skincare con la música en el móvil. Y al acabar, saldría a dar una vuelta. Me gustaba recorrer las ciudades que visitabamos.

–Agatha –dije nada más llamarla. Aproveché para llamarla mientras salía a dar una vuelta.

–Uy, nunca me llamas por mi nombre... a saber que me vas a contar –oigo que deja lo que está haciendo.

–Me lo he tirado.

–NO JODAS. QUIERO TODOS LOS DETALLES, CUENTA.

–Ha sido increíble, maravilloso. Cuidadoso, y dios... el orgasmo.

–Vale, ahora a lo que voy... ¿Cómo la tiene? Y si sabe usarla, esa es otra.

–La tiene... la tiene bastante bien –ambas reímos–. Y sí, sabe usarla muy bien, y no solo eso.

–Pues menos mal... ¿Hay algo más que deba saber?

–¿Te acuerdas de George?

–¿George Russell? ¿El de Mercedes?
Qué ojazos me lleva el jodío'...

–Bueno, pues... pasaron cosas.

–... ¿Qué cosas?

–Oral.

–Adiós... ¿Y qué tal? ¿En plan te comió el coño y me voy o...?

–Dormimos juntos.

–Aham. ¿Y a quién prefieres? En lo personal, yo a Lando. Para ti, Lando.

–Lando, a George lo veo como un muy buen amigo.

–Menos mal... Sigue con Lando. Siento que él te tratará como te mereces. Veo a George como el típico niño rico que solo se tiene a sí mismo en la cabeza, que sí, que será majísimo y todo lo que tú quieras, pero ya me entiendes...

–Sí, sí.

–Ya me contarás –la oigo reír.

–Claro, te voy contando. Te echo de menos, puta –reí. Una señora me miró raro por la calle.

–Y yo a ti, guarra. Y otra cosa te digo, si te sale mal con este, te vas con el amigo. En cuanto más seco se ponga él, más guapo verás al amigo, ya te lo voy avisando –ella como siempre, con un plan B para todo.

–Vale anda. Te dejo, guapa. Un beso.

–Un besooo –colgó.

Entré al hotel y subí hasta nuestra habitación, pasé la tarjeta y lo primero que oí fue la ducha. Estaba ahí dentro.

–¡Ya estoy aquí!

–¡Hola, Riri! –contestó desde el baño. Reí y fui a la cama a esperarlo mientras miraba el móvil.

Después de un rato salió con la toalla enrollada en la cadera, y con el pelo húmedo. Me encantaría saber cómo puede ser que los tíos sean tan atractivos de esa manera. Sin hacer nada. Aunque Lando era atractivo y guapo de por sí, pero joder.

–Me vas a desgastar –dejó caer la toalla de espaldas a mí, para luego ponerse un boxer en frente del armario.

–Que calor...

Me mira sonriendo.

–¿Y por qué no vienes y te lo quitas?

Joder, este hombre me tenía a sus malditos pies. Me atrajo hacia él y pegó mi cuerpo al suyo, agarrando con fuerza mi trasero mientras me besaba. Notaba sus dedos clavarse en mis glúteos. Y con eso, ya había encendido cada partícula de mi cuerpo.

–¿Quieres probarlo como me gusta a mí?

–¿El qué?

–El sexo.

–Oh, vale.

Volvió a sonreír, mirándome como un depredador a su presa. Iba a dominarme, y yo en ese momento no sabía lo que se me venía encima. Me temblaba todo, de nervios, de excitación...

–Empezaré lento, y si te hago daño quiero que me pidas que pare.

Empezó a deshacerse de mi ropa. Su boca repartía besos húmedos por la piel que iba descubriendo y su mano derecha fue hacia abajo. No hizo un roce previo, metió sus dedos directamente en cuanto notó que estaba mojada. No se movía con cariño. No era cuidadoso. Era salvaje. Si ya con los dedos era así, no me quería imaginar en lo otro.

Me agarré de sus hombros, me flaqueaban las piernas al estar de pie y sentir tanto.

–Haz ruido. Quiero escuchar lo que te hago sentir.

Rodeé su cuello y pegué mi boca a su oreja, jadeando directamente en su oído. Me estaba gustando mucho. Me tiró a la cama con él, y separó mis piernas después de sacar sus dedos de mí, mirándome desde arriba. Eran tan guapo... Agarró un condón de la mesita, y después de ponérselo entró en mí de una estocada. Sus ojos azules estaban clavados en los míos. Atentos a cada reacción.

–Follame, Lando. Por favor.

Muerde su labio inferior y sin decir nada empieza a moverse. Duro y directo, entrando y saliendo de mí. Escondiendo su cabeza en mi cuello, lamiendo, dejando un rastro hasta mi oreja dejando un mordisco que me hizo estremecer. Cada vez lo hacía más rápido y más duro, agarrando mi cintura con fuerza. Lo hacía tan fuerte que pensé que me partiría en dos, pero me estaba encantando. Si hubiera sabido que el sexo era así lo habría hecho mucho antes. Era algo simplemente increíble con él, algo que solo me veía haciendo con él. Y sería pronto, pero me gustaba mucho Lando. Lo probamos todo, distintas fuerzas, intensidades, posiciones... Era increíble.

–Quiero probar más cosas contigo.

–Todas las que quieras, preciosa.

–Me corro, Lando.

Me hizo correrme de la mejor forma que supo, y no pude disfrutarlo más. Definitivamente, no quería estar en otra cama que no fuera la suya.

–¡Dios! –caí rendida a sus brazos, estaba temblando.

–Me encanta que te pongas así conmigo –dice sin soltarme, abrazándome y dejando un beso en mi cuello.

Jadeando lo miré, ambos sudando y con las respiraciones aceleradas. El placer que sentía con él no lo encontraría en otro hombre. Jamás.

–Eres preciosa –sonríe.

–Tú también.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora