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Rihanna

15 de Marzo. Mi hijo había nacido.

Era la cosa más bonita que había visto jamás. Lando no estaba ahí, me partía el alma. Pero por lo menos me llamó, lo veía entusiasmado. Cuando pueda iré a veros. Cuando pueda. Esas dos palabras se me quedaron haciendo eco en la cabeza. Cuando pueda. ¿Como que cuando pueda? Es su hijo. Debería estar aquí ya. No me lo podía creer. Me puse a llorar. Después de parir me sentía débil y sola. Ni siquiera sabía la depresión posparto que se me abalanzaba encima.

Agatha estaba ahí apoyándome como siempre. Estaba muy cabreada con Lando. Incluso más que con mi ex, cuando se enteró de lo que me hacía. Esto me hacía reflexionar de cómo de grabe estaba la situación.

–Se supone que tendría que estar aquí…

Estaban mis padres junto a los suyos aquí. Adam, el padre de Lando, tomó asiento a mi lado después de suspirar.

–Yo mismo hablaré con él, estoy bastante decepcionado –dice con un tono serio, se nota que está cabreado.

–Vale –suspiré después de limpiarme las lágrimas.

–¿Se puede? –oigo detrás de la puerta, mientras por el cristal de la misma se asoman unos ojos marrón profundos adornados con pestañas extremadamente largas. Todos miramos a esa dirección mientras la puerta se abría. Carlos.

Se acercó a nosotros y observó a Asier con una sonrisa.

–Te dije que tendría tus ojos –me mira, y su sonrisa se desvanece–, ¿estabas llorando?

–Sí.

–A todo esto, ¿y Lando? Me dijo que vendría.

Agatha frunce el ceño al oír su nombre y su mirada se afila.

–No está aquí.

–¿Cómo que no?

Me encogí de hombros. A él también se le afiló la mirada junto con un ceño fruncido, para después pasarse la mano por la cara.

–No me lo puedo creer. Dijo que cogería el avión a la vez que yo.

Me encogí de hombros de nuevo. No sabía qué decirle, si no estaba aquí, tal vez era porque al final resultaba ser mentira que quería ser padre y lo único que quería era seguir conmigo. ¿Y si en verdad era eso? ¿Qué voy a hacer ahora? Mis lágrimas volvieron a hacer acto de presencia en mis ojos.

–No te comas la cabeza, a lo mejor ha tenido un retraso el avión, así como lo tiene el tonto de tu novio.

–¿Y como coño puede ser que tú estés aquí y él no si se suponía que cogíais el vuelo a la vez? –replica Agatha.

–Porque pueden pasar muchas cosas, una de ellas perder el avión por tráfico.

–No creo que pueda perder un avión privado, y más si es el mío –interviene su padre.

Yo no sabía qué decir. Las voces de mi cabeza cada vez eran más fuertes. Me temblaban las manos. Todo me temblaba. ¿Dónde está? ¿Por qué todavía no ha venido? Oímos unos pasos apresurados y posteriormente la puerta se abrió de forma brusca, mostrando un Lando agitado y sudado.

–¡Lo siento! ¡Aquí estoy! –se inclina mientras trata de recuperar su respiración–, había cola –levanta una bolsa de comida rápida en su mano. Lo sabía. Esa pequeña parte de mi sabía que él jamás me haría algo así–, supuse que estarías agotada después de parir, y quería traerte tu favorito. Y podrías haberme avisado de que estabas aquí, cabrón –mira a Carlos.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora