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Rihanna

Me encontré con Lando en la habitación del hotel. Quedaba una hora para irnos al aeropuerto y tenía que hablar con él. Él también me había notado rara, y le dije que hablaría con él al llegar.

–Bien, ya estamos aquí, ¿me lo vas a contar? Porque me estás volviendo loco...

–Por un momento he tenido ganas de follar con otro.

–... Ah. Guay. Estupendo.

–Lando...

–No, tranquila. Mientras no lo hagas... –suspira–, mira... Ya me pasó esto una vez, y acabé con unos cuernos que mirabas para arriba y había rayas en el techo de lo grandes que eran.

–No me voy a ir con otro.

–Vale –suspira de alivio–, bien... –rió dejando ir algo de tensión.

–No te quería asustar.

–No, si asustado he estado desde de que tú boca ha salido: "tenemos que hablar". Se me han encogido los huevos.

–Joder –reí.

–Da igual... –me abraza fuerte–, quiero salir a cenar contigo mañana. No hagas planes –mañana era mi cumpleaños.

–Genial.

Yo no quería perderlo, en verdad yo también tenía un poco de miedo por su reacción. Pero sabiendo que tenía más opciones por lo que me contó Carlos... como si me quería ir con otro piloto. Aunque no sería lo mismo.

–Voy a ducharme.

–Vale, te espero.

–No.

Él sonríe y se levanta siguiéndome al baño. La manera en la que me ponía a mil solo con besarme. Le encantaba besarme de esa forma tan fuerte, pasional, fogosa.

–Gírate –me giré, encontrándome con el espejo, y él deshaciéndose de su ropa, y posteriormente, de la mía. Bajó mi tanga y metió dos de sus dedos dentro de mí–, no te gires, ya tienes el espejo para que crucemos miradas.

–¿Qué me estás haciendo, Lando? –gemí. Estaba a su merced.

–Introducirte poco a poco en mi mundo, princesa.

–Me encantas –lo miré.

Sacó sus dedos de mí y se los metió en la boca mientras me miraba, para luego agarrarme de las caderas y entrar en mi de una estocada.

–Te acordarás de mí cada vez que quieras probarlo con otro, porque ninguno sabrá hacértelo como yo –me estira del pelo para alzarme la cabeza, cruzamos miradas a través del espejo. Nunca me habían mirado con un deseo tan cargado–, qué guapa estás con esa cara –me dice mientras se le forma una sonrisa perversa.

La forma en la que me estaba follando, su mirada, sus palabras... dios. Me dio besos en el cuello, dejándome marcas poco a poco sin dejar de moverse. Y yo, con las manos apoyadas en el lavamanos mientras él me satisfacía.

–Lando...

–¿Si, pequeña? –me mira.

–Duele...

Bajó la intensidad y acarició mi cuerpo.

–Tranquila...

Suspiré y volví a mirarlo por el espejo. Me pegó a su cuerpo y besó mi mejilla. Podía ser un bruto, pero cuando tenía que ser delicado, también lo adoraba.

–Nos corremos juntos.

–Sí –respondí.

Fue más rápido, y a la vez llegamos al orgasmo.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora