17. Zayn
Estoy en el almacén donde los Latino Blood quedan cada noche. Acabo de fumarme el segundo o tercer cigarrillo, ya he perdido la cuenta.
- Bebe un poco de cerveza y borra esa cara de deprimido -suelta Louis, pasándome una Coronita. Le cuento que __________ me ha dejado plantado esta mañana y lo único que hace es negar con la cabeza, como si me lo mereciera por haberme acercado a la zona norte.
Cojo la botella pero vuelvo a lanzársela.
- No, gracias.
- ¿Qué pasa tonto? ¿No es lo suficientemente bueno para ti? -pregunta Javier, probablemente el más imbécil de los Latino Blood. El colega consume alcohol con la misma moderación con la que consume droga, es decir, ninguna.
Le lanzo una mirada de advertencia, sin decir palabra.
- Estaba de broma, tío -masculla el borracho de Javier.
Nadie quiere meterse en líos conmigo. Durante mi primer año como pandillero en los Latino Blood, demostré mi valía en un encontronazo con una banda rival.
Cuando era crío, solía pensar que podría salvar el mundo... o al menos salvar a mi familia. «Nunca me convertiré en miembro de ninguna banda», me repetía a mí mismo cuando ya tenía edad de meterme en una. «Protegeré a mi familia con mis propias manos». En la zona sur de Fairfield, o eres un gangster o estás contra ellos. Entonces, solía soñar con otro futuro, sueños ilusos en tipos que podía mantenerme al margen de las bandas y seguir protegiendo a mi familia. Pero esos sueños se desvanecieron hace mucho tiempo, condenando mi futuro, la noche en la que dispararon a mi padre a unos cinco metros de mí. Tenía seis años.
Cuando me acerqué a su cuerpo, todo lo que pude ver fue una mancha roja extendiéndose por la parte delantera de la camiseta. Me recordó a una diana, excepto porque el centro del objetivo se hacía cada vez más grande. En cuestión de segundos, mi padre se quedó sin aliento. Aquello fue todo. Había muerto.
No me acerqué demasiado, ni tampoco lo toqué. Tenía demasiado miedo. No dije ni una palabra durante los días posteriores a su muerte. Incluso cuando la policía me interrogó, no fui capaz de hablar. Llegaron a la conclusión de que me encontraba en estado de shock, y que mi cerebro no sabía cómo procesar lo ocurrido. Tenían razón. Ni siquiera recuerdo el aspecto del tío que le disparó. Nunca he podido vengar la muerte de mi padre, aunque cada noche rememoro la escena del disparo e intento juntar las piezas del rompecabezas. Si pudiera acordarme, ese cabrón pagaría por lo que hizo.
Lo que ha sucedido hoy, sin embargo, está perfectamente claro en mi mente. __________ me ha dejado plantado, su madre me ha mirado con el ceño fruncido... cosas que deseo olvidar pero que parezco tener incrustadas en el cerebro.
Louis vacía la mitad de la cerveza de un trago, sin importarle que le caiga por las comisuras de los labios y que le salpique la camiseta. Cuando Javier se vuelve hacia otro de los chicos, Louis se dirige a mí. - Gigi te la jugó bien, ¿verdad?
- ¿Por qué lo dices?
- No confíes en las tías. Y si no, fíjate en __________ Ellis... Suelto un taco en voz baja.
- Louis, me lo he pensado mejor, pásame una Coronita. Una vez abierta la vacío de un trago y aplasto la lata contra la pared.
- Puede que no quieras escuchar lo que voy a decirte, Zayn. Pero vas a tener que hacerlo estés o no borracho, Gigi, esa ex tuya, esa Latina sexy que adora los cotilleos y hacerle chupones a sus novios, te dio una puñalada por la espalda. De modo que lo único que haces con __________ Ellis es utilizarla porque necesitas devolverle el golpe a alguien. -Escucho a Louis, sin mucha gana, mientras cojo otra cerveza.