33.- Zayn
Hoy __________ se ha marchado del instituto a la carrera, siguiendo a Cara Burro. Antes de irme, la vi con él. Estaban enfrascados en una conversación privada en la parte de atrás del campo de fútbol. Se ha decantado por él, lo que no me sorprende en absoluto. Cuando me preguntó en clase de química qué debía hacer, tendría que haberle dicho que plantara a ese capullo. Ahora me sentiría mejor y no estaría tan cabreado como lo estoy ahora. ¡Cabronazo!
Él no la merece. De acuerdo, puede que yo tampoco.
Después de clase, pasé por el almacén para ver si podía obtener algo de información sobre mi padre. Sin embargo, no saqué nada en claro. Los tipos que conocían entonces a mi padre no tienen mucho que decir, excepto que nunca dejaba de hablar de sus hijos. La conversación se vio interrumpida por un Satín Hood que fumigó el almacén a disparos, una señal de que están buscando venganza y de que no se detendrán hasta conseguirla. No sé si debería preocuparme o no por la ubicación del almacén, un descampado aislado detrás de la vieja estación de tren. Nadie sabe que estamos aquí, ni siquiera la poli. Sobre todo la poli.
Ya soy inmune al sonido de los disparos. En el almacén, en el parque... los espero en cualquier momento. Algunas calles son más seguras que otras, pero los rivales saben que este lugar, el almacén, es nuestro santuario. Y esperan el momento oportuno para tomar represalias. Es una filosofía muy simple: si no respetas nuestro territorio, nosotros no respetaremos el tuyo. Nadie ha salido herido esta vez, así que no habrá ninguna muerte que vengar. No obstante, seguro que se derramará sangre. Esperan que vayamos en su busca, y no les decepcionaremos. En la zona de la ciudad en la que vivo, el ciclo de la vida se enlaza con el ciclo de la violencia.
Después de que todo vuelva a la normalidad, subo a la moto y me doy cuenta de que sin pretenderlo me encamino a casa de __________. No puedo evitarlo. Tan pronto como cruzo las vías del tren, me detiene un coche de policía, del que salen dos tipos uniformados.
En lugar de explicarme la razón por la que me detienen, uno de los polis me ordena que baje de la moto y que le muestre el carné.
- ¿He cometido alguna infracción? -pregunto mientras se lo entrego. El agente que examina mi documentación me contesta:
- Podrás hacer preguntas después de que yo haga las mías. ¿Llevas drogas encima, Zayn?
- No, señor.
- ¿Algún arma? -pregunta el otro policía. Vacilo un instante, pero les digo la verdad: - Sí.
Uno de los policías saca la pistola de su funda y me apunta con ella en el pecho. El otro me pide que levante las manos y luego me ordena tumbarme en el suelo mientras pide refuerzos. Mierda. Estoy bien jodido; muy jodido.
- ¿Qué tipo de arma?
Hago una mueca antes de decir: - Una Glock de nueve milímetros.
Menos mal que le devolví a Wil la Beretta o me hubieran pillado armado hasta los dientes.
Mi respuesta hace que el policía se ponga algo nervioso. Me fijo en que su dedo tiembla ligeramente sobre el gatillo.
- ¿Dónde la llevas?
- Escondida en la pierna izquierda.
- No te muevas, voy a desarmarte. Si te quedas quieto, no pasará nada.
Tras desarmarme, el otro poli se pone unos guantes de goma y en un tono de voz autoritario que no tiene nada que envidiar al de la señora P., suelta:
- ¿Llevas encima alguna jeringuilla, Zayn?