Zayn

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Zayn

A la mañana siguiente, tras la visita de __________ al almacén, interrumpo mi desayuno al reparar en una cabeza afeitada que asoma por la puerta principal de mi casa.

- Louis, yo de ti, mantendría una distancia prudencial -le grito. Mi madre me da un zape.

- Esa no es manera de tratar a tus amigos, Zayn.

Sigo comiendo mientras ella va a abrirle la puerta a ese... traidor.

- ¿No estarás todavía enfadado conmigo, verdad, Zayn? -pregunta Louis.

- Por supuesto que no está enfadado contigo, Louis. Siéntate y come algo. He hecho huevos con chorizo.

Louis tiene el descaro de darme una palmada en el hombro.

- Te perdono, niño.

Entonces, levanto la mirada, primero hacia mi madre para asegurarme de que no esté prestando atención, y luego a Louis.

- ¿Me perdonas?

- Tienes el labio muy hinchado, Louis -señala mi madre, examinando la herida que le he provocado yo.

Louis se palpa con cuidado el labio.

- Sí, me tropecé con un puño. Ya sabe cómo es eso.

- No, no lo sé. Tropiezas con demasiados puños. Un día acabarás en el hospital -sentencia, apuntándole con un dedo acusador-. Bueno, me voy a trabajar. Louis, intenta mantenerte alejado hoy de los puños, ¿vale? Zayn, cierra con llave cuando te vayas, por favor.

Miro a Louis.

- ¿Qué?

- Ya lo sabes. ¿Cómo pudiste llevar a __________ al almacén?

- Lo siento -masculla mientras engulle nuestra comida.

- No, no lo sientes.

- De acuerdo, tienes razón. No lo siento.

Observo asqueado cómo utiliza los dedos para coger la comida y llevársela a la boca.

- No sé cómo te soporto.

- ¿Qué ocurrió anoche con __________? -me pregunta, siguiéndome fuera de la casa.

El desayuno amenaza con volver a salir por donde ha entrado, pero esta vez no tiene nada que ver con los modales de mi amigo. Lo cojo por el cuello de la camiseta.

- __________ y yo hemos roto. No quiero volver a escuchar su nombre nunca más.

- Hablando del rey de Roma -canturrea mi amigo estirando el cuello. Le suelto y me doy la vuelta, esperando toparme con __________. Sin embargo, no la veo por ningún lado, y cuando vuelvo a girarme, Louis me propina un puñetazo en pleno rostro.

- Estamos en paz. Y chico, la señorita Ellis ha tenido que dejarte hecho polvo para que me amenaces solo por pronunciar su nombre. Sé que podrías matarme con tus propias manos -asegura Louis-, pero dudo que lo hagas.

Saboreo la sangre mientras compruebo que aún tengo la mandíbula en su sitio.

- Yo no estaría muy seguro de eso. Te voy a decir algo. Si no dejas de meterte en mi vida, te daré una paliza. Y eso incluye mis asuntos con __________ y con Héctor.

- Pues yo también tengo que decirte algo. Meterme en tu vida es lo único que me hace seguir adelante. Mierda, incluso la paliza que me dio ayer mi viejo cuando llegó borracho a casa no me entretiene tanto como tu vida.

Agacho la cabeza.

- Lo siento, Louis. No debería haberte golpeado. Ya tienes bastante con tu viejo.

Louis murmura un «no te preocupes».

Anoche fue la primera vez en la que me arrepentí de haber utilizado los puños contra alguien. A Louis le ha pegado tantas veces su viejo que probablemente llevará cicatrices el resto de su vida. Soy un auténtico idiota por haber actuado así. En cierto modo, me alegra que __________ y yo hayamos acabado. No soy capaz de controlar mis sentimientos y emociones cuando estoy con ella.

Mi única esperanza es poder evitarla fuera de clase de química. Sí, eso es, porque aunque no esté cerca de ella, no puedo quitármela de la cabeza.

Una de las ventajas de haber roto con __________ es que, durante estas dos semanas, he tenido tiempo para reflexionar sobre el asesinato de mi padre. La noche en cuestión ha empezado a regresar a mi mente en forma de destellos. Algo no encaja, pero no logro adivinar el qué. Mi padre sonreía, hablaba, y justo antes de que le dispararan, le vi sorprendido y nervioso. ¿No tendría que haberse sentido así durante todo el tiempo?

Esta noche es Halloween. Y también es la noche que Héctor ha elegido para llevar a cabo la operación. He estado inquieto todo el día. He trabajado en siete coches diferentes, y les he hecho de todo, desde cambiarles el aceite hasta remplazar juntas desgastadas y agujereadas.

Guardo la pistola de Héctor en el cajón de mi habitación, no quiero andar por ahí armado hasta que no sea necesario. Aunque en realidad es una estupidez, porque este será el primer intercambio de los muchos que me esperan durante el resto de mi vida.

«Eres como el viejo». Intento no darle importancia a la voz que resuena en mi cabeza y que me ha atormentado todo el día. «Como el viejo».

No puedo evitarlo. Recuerdo todas las veces que mi padre me decía:

«Somos colegas, Zayn. Tú y yo nos entendemos muy bien. ¿Algún día serás tan fuerte como tu padre?», me preguntaba. Y yo siempre levantaba la mirada hacia él y le contestaba con absoluta devoción:

«Claro, papá. Quiero ser como tú». '

Mi padre nunca me dijo que podía llegar a ser mejor que él ni que había otra forma de hacer las cosas. Sin embargo, esta noche demostraré que soy como mi viejo. He intentado comportarme de otro modo asegurando a Harry y a Niall que podían elegir otro camino. Soy un idiota por pensar que puedo ser un modelo para ellos.

Mis pensamientos vuelven a centrarse en __________. He intentado olvidar que irá con alguien al baile de Halloween. Su ex, según me ha parecido entender. Intento apartar de mi mente el hecho de que otro sujeto le ponga las manos encima.

Estoy seguro de que intentará besarla. ¿Quién no iba a querer besar esos labios dulces, suaves, aterciopelados?

Esta noche trabajaré hasta la hora en la que tengo que acudir a mi cita.

Si me quedara en casa solo, me volvería loco dándole vueltas a todo.

Me resbala de las manos el remachador y me golpea en toda la frente. Sin embargo, no me enfado conmigo mismo, sino con __________. A las ocho estoy más enfadado con mi compañera de laboratorio que con nadie en este mundo, aunque no sé si tengo derecho a estarlo.

Química Perfecta (Zayn y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora