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Una cosa tengo clara... no voy a darme el lote con Zayn Malik. Afortunadamente, la señora Peterson nos ha tenido ocupados toda la semana, haciendo experimentos, de modo que no hemos tenido tiempo de hablar excepto para decidir quién enciende el mechero Bunsen. Aunque cada vez que miro el brazo vendado de Zayn, me acuerdo del golpe que le propiné.

Intento no pensar en él mientras me pinto los labios para mi cita con Liam. Es viernes por la noche, y vamos a ir a cenar y al cine. Después de comprobar mi aspecto en el espejo, hasta tres veces, y de ponerme el brazalete de Tiffany's que me regaló por nuestro aniversario el año pasado, me dirijo a la piscina del jardín, donde mi hermana está junto a su terapeuta físico. Mi madre, que lleva su bata de terciopelo rosa, descansa acomodada en una tumbona, leyendo una revista de decoración. La tranquilidad reina en la escena, excepto por la voz del terapeuta físico que le da instrucciones a Shelley. Mi madre baja la revista y veo que su expresión es tensa y ceñuda.

- ______, no vengas más tarde de las diez y media.

- Mamá, el cine empieza a las ocho. Llegaremos a casa cuando acabe la película.

- Ya has oído lo que te he dicho. No más tarde de las diez y media. Si tienes que salirte del cine para llegar a casa a tu hora, pues te sales. Los padres de Liam no respetarán a una chica que no tiene toque de queda.

El timbre de casa suena.

- Probablemente sea él -digo.

- Pues date prisa y ve a abrirle. Un chico como él no esperará para siempre, ya lo sabes.

Salgo corriendo hacia la puerta principal antes de que mi madre lo haga por mí y nos haga quedar a los dos como tontos. Liam aparece en el umbral de la puerta con una docena de rosas rojas en la mano.

- Para ti -dice, sorprendiéndome.

¡Vaya! He sido una idiota por pensar tanto en Zayn esta semana. Abrazo a Liam y le doy un beso, un verdadero beso en los labios.

- Deja que las ponga en agua -digo, retrocediendo.

Canturreo alegre mientras me dirijo a la cocina, oliendo la dulce fragancia de las rosas. Pongo agua en un jarrón, preguntándome si Zayn habrá llevado flores a su novia alguna vez. Puede que regale cuchillos o algo así, por si su novia los necesita cuando vaya a alguna parte sin él. Estar con Liam es tan...

¿Aburrido?

No. No somos aburridos. Somos prudentes. Acomodados. Lindos.

Después de cortar la parte inferior de los tallos y colocar las rosas en el jarrón, encuentro a Liam charlando con mi madre en el patio, algo que no me gusta mucho que haga.

- ¿Preparado? -le pregunto.

Liam me lanza su súper sonrisa blanca del millón de dólares.

- Sí. Tráela a las diez y media -grita mi madre.

Como si una chica con toque de queda deba tener además valores. Qué ridiculez, pero miro a Shelley me trago las ganas de discusión.

- Por supuesto, señora Ellis -responde Liam.

Una vez sentados en su Mercedes, le pregunto:

- ¿Qué película vamos a ver?

- Hay un cambio de planes. La empresa de mi padre ha conseguido entradas para ver a los Chicago Cubs. En un palco situado justo detrás del bateador. Cariño, vamos a ver a los Cubbies.

Química Perfecta (Zayn y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora