CAPÍTULO 30: "Los pies sobre la tierra"

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"El paso de los días se volvía una interminable tortura en la que solo contemplaba desde la distancia la vida de tantos otros que vagaban sobre las blancas arenas de la playa. Ninguno eras tú.

Esperé y esperé, pero las dudas y el miedo me carcomían, hasta que no pude esperar más..."

"Volveré a buscarte, te lo juro". Las palabras de Fargan resonaban en su memoria constantemente en un vago intento de suplicarle que se mantuviese en el mismo lugar. Pasaban los días y las semanas; y Alex permanecía junto a las rocas, asomado en la superficie esperando a verle llegar, sin embargo, el sol caía una vez más, y él no aparecía.

Se reservaba de descansar y comer más allá de lo que le alcanzaba cuando no había nadie en la playa. Si se alejaba demasiado corría el riesgo de que él viniera y no lo viese. No podía permitirse eso.

Hasta que empezó a notarlo. Su cuerpo se volvía más delgado, más débil y enfermo. No podía seguir así, no sobreviviría.

Tras cavilarlo por varios días, finalmente tomó una decisión. Si Fargan no venía a buscarlo, él iría a por él en su lugar.

Esperó unos días mientras analizaba la zona desde la orilla. Había varias casas costeras cerca y una carretera vagamente transitada la mayor parte del día. Salió del agua de buena mañana, ocultándose en unas rocas para poder secarse.

Al cabo de un buen rato, finalmente pudo arrastrar sus pies descalzos sobre la arena. Necesitaba encontrar ropa antes de que alguien lo viera, así que se apresuró a hurgar entre los tendederos de las casas costeras y los contenedores de la basura con la esperanza de hallar alguna prenda.

Llevaba consigo un pequeño cordel con los pocos peces que había podido pescar colgando y la ropa se manchaba algo de sangre de pescado, pero no le importaba, al menos tenía comida y ropa, solo necesitaba un refugio.

Sus pies todavía estaban descalzos, pero si caminaba con cuidado eso no era un gran problema.

Rondó por el barrio tratando de conocer cada calle y así evitar perderse. Había varios restaurantes y cafeterías diseminados por la zona, y múltiples tiendas de souvenirs para los turistas. Había visto ese tipo de lugares en la televisión, aunque no parecía estar en su mejor temporada, quizá por el frío y la humedad que se respiraban en esas fechas. El cielo estaba siempre gris.

No tenía a dónde ir, pero no podía estar saliendo y entrando del agua si lo que quería era adaptarse y pasar desapercibido, así que merodeó tratando de encontrar un buen escondite a recaudo de la lluvia que le permitiese mantener secas las pertenencias que fuese acumulando.

Una casa ruinosa a medio derribar resultó ser su mejor opción. Algunas de las paredes estaban inclinadas y el césped crecía sobre ellas y en el interior, pero le pareció el mejor lugar. Había escondrijos de difícil acceso para sus pertenencias y alimentos y también para él mismo.

No quería admitirlo pero se sentía muy inseguro vagando por tierra sin su amado para protegerlo. Pero él nunca había sido un miembro débil de su clan en el mar. Era un cazador, un depredador peligroso y letal. No podía acobardarse por pasar unos días solo.

Lo que sí se había vuelto evidente ante sus ojos tras la larga caminata para reunir recursos, era que no llegaría muy lejos a pie, necesitaría dinero para comprar comida, calzado y transporte para moverse y buscar a Fargan donde quiera que estuviese.

Necesitaba dinero, necesitaba un trabajo.

Por el momento, decidió pasar la noche en aquel escondrijo bajo paredes medio tumbadas, y al amanecer comenzar a recorrer las calles buscando trabajo.

Pero las cosas no eran tan sencillas como había pensado. Los humanos necesitaban muchas cosas para trabajar, una formación académica, una serie de documentos legales, como la identificación de la que, obviamente carecía, carnets de distintos tipos de vehículos... y una forma de vestir que no incluyese raídas camisas llenas de grasa y sangre de pescado y unos pies mugrientos llenos de roces por caminar descalzo.

Regresaba a casa día tras día con los ánimos bajos de no haber encontrado nada y sospechando que nunca lo haría. Pero no, no iba a rendirse, viviría su vida en la tierra y encontraría a Fargan costase lo que costase. Sabía que no le mentiría de esa forma. Las cosas eran diferentes entre ellos ahora. Tenía que haberle pasado algo...

Había pasado algo más de una semana desde que había decidido salir del agua y comenzar a vivir en tierra.

Cada día que pasaba su aspecto iba a peor. La suciedad lo cubría, sus huesos se notaban a través de su piel y su ropa tenía cada vez una pinta más zarrapastrosa.

Ya había probado suerte en casi todos los locales de la zona sin éxito alguno cuando, finalmente se adentró en aquella pequeña cafetería al pie de la playa. El paseo marítimo pasaba por delante y los grandes ventanales dejaban una clara vista de la playa. Él se asomó con la mirada perdida en las olas. Reconocía el lugar donde le había visto por última vez...

De pronto, una mujer se le aproximó para preguntarle si deseaba algo. Cuando él le devolvió la mirada notó que ella lo observaba con algo de preocupación, debía de tener un aspecto horrible.

Él suspiró, sabía que no era sencillo dar el siguiente paso; la comunicación.

Hizo un par de señas sin mucha esperanza de ser comprendido pero, para su sorpresa, la mujer respondió en lengua de signos también.

Él le explicó vagamente su situación. Que había llegado hasta allí sin nada y necesitaba un trabajo para poder encontrar a una persona.

Contra pronóstico, la mujer aceptó entrevistarle, pero él no tenía eso que llamaban experiencia laboral, ni documentación. Todo parecía indicar que iba a recibir otro rechazo. Su pérdida esperanza debió notársele en la expresión porque segundos después, la mujer le dijo que lo contrataría en fase de pruebas durante una semana y que después de eso vería si lo tendría más tiempo. A cambio, le pidió que procurara venir aseado y mantener el uniforme impoluto para dar buena imagen a los clientes.

Esa noche, Alex volvió a casa pensando en si acaso estaba soñando.

Al fin le habían dado una oportunidad, y no podía permitirse desperdiciarla, lo haría lo mejor que podía, demostraría que era capaz de sobrevivir por su cuenta, llevaba tiempo estudiando a los humanos, sabía cómo comportarse y había servido mesas en la Taberna "El canto de la sirena" de Denis anteriormente, aunque no tuviese prueba gráfica de ello, la experiencia estaba allí.

Lo único que le preocupaba ahora sería cuánto tiempo tendría que estar allí hasta poder encontrar a Fragan...

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Bueno, después de todo parece que todavía quedaba gente queriendo leer la historia. Si el apoyo permanece trataré de seguir actualizándola hasta el final (aunque ya agoté mi reserva así que podría tardar un poco en recuperar y escribir suficiente para mantener la regularidad).


Por ahora les traigo este capitulito para informarles de que por el momento decidí no cancelarlo. Al menos mientras sigan ahí.


Estoy teniendo unas navidades algo complicadas pero voy a ver si puedo adelantar algunos capitulitos.


Gracias por regresar para apoyarme <3

Felices fiestas!


Atte: ClausLume

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2023 ⏰

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