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Alba:
¿Cómo está Luisa? Recuerda que odia correr a media tarde. ¡No le obligues, Natalia!

Natalia:
¿Qué te hace pensar que estoy obligando a correr a tu yegua a media tarde?

Alba:
¡Qué te conozco!

Natalia:
Hace casi seis meses que te fuiste. Eres prácticamente una desconocida para mí.

Alba:
Eres idiota.

Natalia:
Perdone, ¿usted quién es?

Alba:
¡Nat!

Natalia:
Anda, se llama como yo.

Alba:
Te odio.

Natalia:
No es verdad, me adoras.

Alba:
Ya quisieras.

Natalia:
Quiero, pero además es verdad.
¿Cómo estás?

Alba:
Mamá dice que se pondrá bien, pero no es verdad.
Está mal, muy mal.

Natalia:
Igual deberías intentar ser un poco más optimista, como ella.

Alba:
Solo soy realista. Se pasa las horas rezando, Nat.
¿De verdad piensas que ayudará a mi padre con eso?

Natalia:
No lo sé.
Intento no cuestionar la fe de nadie.

Alba:
Su fe no nos ayuda.

Natalia:
A ti no, pero quizá a ella sí.
Oye, Alba, sé que es tu padre y lo quieres, pero también es su marido. Su compañero de vida.

Alba:
Lo sé.
Soy una persona horrible, ¿verdad?

Natalia:
No, solo estás sufriendo.

Alba:
No solo sufro, también siento rabia.
E ira.
Y odio.
Quiero volver a casa.

Natalia:
Estás en casa, en tu nueva casa.

Alba:
Tienes razón, la que yo consideraba mi casa ahora es tuya.

Natalia:
Alba...

Alba:
Lo siento.

Natalia:
No, no lo sientes y está bien, pero deberías hacer un pequeño esfuerzo por dejar de volcar tu rabia en nosotros.
Compramos la granja, sí, pero ¿preferirías que la hubiesen comprado unos extraños?

Alba:
Claro que no.

Natalia:
Tus padres querían que la tuviera mi familia y no venderla no era una opción.
De hecho, era muy necesario.
Pero todo está bien, de verdad, estamos cuidando de la casa y de los animales.
Todo es igual que cuando estabais aquí.

Alba:
Solo que no estamos.

Natalia:
No, no estáis, pero míralo por este lado, siempre quisiste ver el mundo.

Alba:
¡Pero no así!
Y Texas no entraba en mis planes, ¿sabes? Yo pensaba más bien en algo con playa.

Natalia:
Aquí ya tenías playa.

Alba:
Me refiero a playas en las que sea agradable bañarse.
Ya sabes, de esas cálidas en las que puedes tomar el sol y pasarte horas.

Natalia:
Siempre puedes ahorrar y visitar California, por ejemplo, ahora estás más cerca.

Alba:
Sigo estando muy lejos. Y no quiero ir a California.
Yo solo... solo quiero volver.

Natalia:
Lo sé y debería decirte que te animes, pero la verdad es que me encantaría que volvieras.
Te echo de menos.

Alba:
:(
Todo es una mierda.
Y no hago más que pensar en nuestro contrato.

Natalia:
¿Qué pasa con él?

Alba:
No estoy allí.

Natalia:
Lo sé.

Alba:
¿Alguna vez piensas en ello?

Natalia:
¿En el contrato?
Sí.

Alba:
Sí, bueno, ya sabes...

Natalia:
También.

Alba:
Yo también.

Natalia:
Falta más de un año para la nueva firma, quizá para entonces tu padre ya haya mejorado y podrás volver.

Alba:
Natalia, dicen que, si el tratamiento no funciona, no durará más de un año.

Natalia:
Lo sé, perdona, solo quería animarte.

Alba:
Lo entiendo, pero no me mientas.
De verdad, si no sabes que decirme para animarme, prefiero que no digas nada antes que meterme en la cabeza esperanzas de cosas que no van a pasar.

Natalia:
Lo siento.
Solo digo que los milagros ocurres, Alba.
A veces pasa que, situaciones que resultaban imposibles de resolver, se resuelven.
¿Por qué no puede la situación con tu padre ser una de esas?

Alba:
Porque sería como creer en las hadas y ya no creemos en ellas, ¿verdad?

Natalia:
A lo mejor deberíamos.

Alba:
A lo mejor sí.
O tal vez deberíamos aceptar la realidad de mi padre.
No estoy en casa, mi padre está muy enfermo y todo, absolutamente todo, es una mierda.

Natalia:
Te olvidas de una realidad importante.

Alba:
¿Cuál?

Natalia:
Me tienes a mí.
Siempre me vas a tener a mí.

Alba:
Estamos muy lejos.

Natalia:
Podrías estar en otro planeta y me seguirías teniendo.

Alba:
Eso dices ahora, pero no será para siempre.

Natalia:
Lo será.

Alba:
Ya veremos.

Natalia:
Lo veremos.

El tiempo que tuvimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora