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Natalia:
Feliz cumpleaños, Alba.
¿Cómo es tener veintitrés años?

Alba:
¡Hola, Natalia! Pues no sé, solo llevo un día con esta edad.
¡Dímelo tú, que ya tienes veinticuatro! ¿Cómo te sientes?

Natalia:
Mayor.

Alba:
Bah, eso ha sonado un poco anciano. ¡Eres muy joven!

Natalia:
No me siento muy joven. Nunca me he sentido muy joven, en realidad.

Alba:
Cierto, siempre fuiste un poco «señora mayor». ¿Qué tal va todo?

Natalia:
Bien, bien, nada reseñable.
¿Por allí? ¿Qué tal todo?

Alba:
Genial.

Natalia:
¿Sigues restaurando muebles?

Alba:
Sí, pero ya no soy ayudante. Ahora tengo bastantes responsabilidades. Estoy pensando en abrir mi propio negocio.

Natalia:
¡Me alegro! Nunca hubiese dicho que acabarías restaurando muebles, pero la vida es así, ¿no? Siempre lista para sorprender.

Alba:
Sí, dímelo a mí. Lo que no pensé nunca fue acabar aquí, en Estados Unidos.

Natalia:
¿Eres feliz, Alba?

Alba:
No lo sé. Me encantaría decirte que sí. Algunos días sí que lo soy, pero otros... no lo sé. Es confuso.
¿Y tú, Nat? ¿Eres feliz?

Natalia:
Tengo una buena vida.

Alba:
Eso no responde muy bien mi pregunta.

Natalia:
No, pero es todo lo que puedo ofrecer.

Alba:
Ya, lo entiendo. En fin, espero que los veintitrés traigan revelaciones bonitas en cuanto a la felicidad.

Natalia:
A mí no me llegaron, pero ojalá a ti sí. Y ojalá más que revelaciones, encuentres la felicidad constante.

Alba:
Lo dudo. Si algo he aprendido es que eso no existe. La felicidad nunca será constante y siempre faltará algo.
Como mamá, por ejemplo, que cuando papá vivía discutía con él y, ahora que no está, ella vive a medias.
A veces pienso que la felicidad solo está en los recuerdos.

Natalia:
¿En los recuerdos?

Alba:
Sí, muchas veces vivimos momentos sencillos y, en apariencia, sin importancia, pero, cuando pasa el tiempo, los recordamos y sonreímos. Creo que eso es la felicidad. Recordar momentos donde, sin saberlo, tenías todo lo necesario. Momentos donde todo estaba bien. Por eso la gente no consigue alcanzarla nunca, porque no está en el futuro, sino en el pasado.

Natalia:
Te has vuelto muy filosófica, Alba. Y es un concepto un poco triste, ¿no?

Alba:
Sí, creo que sí. Pero no sé explicarlo de otro modo.

Natalia:
Creo que lo entiendo. La verdadera felicidad sería
detectar esos momentos en el presente, en vez
de recordarlos después con nostalgia.

Alba:
Sí, algo así. Siempre has sabido entenderme.

Natalia:
Lo intento, al menos :).
En fin, vuelvo al trabajo. Espero que pases un día estupendo. ¡Celébralo por todo lo alto! No todos los días se cumplen veintitrés. Podrías comprar un pastel, comértelo entero tú sola y nadie podría decirte nada.

Alba:
¡Suena bien!
Un abrazo, Natalia.

Natalia:
Hasta pronto, Alba.

El tiempo que tuvimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora