8

148 18 0
                                        

Natalia:
Feliz cumpleaños, Albi. Sé que no quieres que te felicite, y sé que te da igual cumplir años, pero acabas de cumplir 19.
¿Te das cuenta? Eres una adulta. En dos años más podrás beber alcohol en Estados Unidos.

Alba:
Ya bebo alcohol.

Natalia:
Espero que no demasiado.

Alba:
No por falta de ganas.

Natalia:
Vamos, Alba...

Alba:
Mamá dice que debería estar contenta porque a papá le gustaría que estuviera contenta, ¿te lo puedes creer?

Natalia:
Bueno, no parece el peor razonamiento del mundo.

Alba:
Está muerto, Nat, no sabe lo que a mi padre le gustaría.
De hecho, si alguien pudiera preguntarle, probablemente le encantaría no estar muerto, pero lo está.

Natalia:
Sé que aún es pronto, solo han pasado unos meses, pero mejorará con el tiempo.

Alba:
¿De verdad lo crees? Es como vivir con un agujero en el pecho, un agujero podrido y lleno de gusanos.
¿Crees que en algún momento se cerrará? Y, de hacerlo, ¿crees que los gusanos se quedarán dentro?

Natalia:
Ya sabes que no soy muy buena para las metáforas y esa, en concreto, me parece un poco asquerosa, pero creo que con el tiempo conseguirás sonreír. No siempre dolerá tanto.

Alba:
Odio cada día de mi vida desde que mi padre murió, pero, ¿sabes que que odio más, Nat?

Natalia:
Dime.

Alba:
Odio que no pudieras venir a su entierro. Pero por encima de ese odio que, durante todo el tiempo que duró, yo solo pensaba que sería mucho mejor si tú estuvieras aquí, conmigo. Más llevadero, menos doloroso.

Natalia:
Me habría encantado y lo sabes, pero mis padres ni se plantearon la posibilidad de que fuese yo en lugar de alguno de ellos, no podía dejar la granja.
Además, los billetes son caros...
No es una justificación, de verdad que me habría encantado y pidió que la vida a veces sea así.

Alba:
Lo sé. Y de todas formas, como dijo Joan, tampoco es que se pueda solucionar nada viniendo o celebrando algo en su honor.

Natalia:
Eso es cierto, pero me habría encantado abrazarte.

Alba:
Me habría encantado que me abrazases.

Natalia:
Te echo de menos, Albi.
Demasiado, teniendo en cuenta que hace más de un año que no nos vemos.

Alba:
Todavía no me lo creo, ¿sabes? A veces pienso que nos vimos hace unos días. Recuerdo tu cara como si fuera ayer.

Natalia:
La recuerdas porque has visto fotos mías.

Alba:
Sí, pero da igual. Hay algo más que no captan las fotos. Ni siquiera los vídeos.
O a lo mejor me estoy volviendo muy mística por el trauma de la muerte de mi padre.

Natalia:
No creo que sea místico.

Alba:
¿A ti te pasa?

Natalia:
Sí, claro. Tus ojos no se ven igual en fotos que en persona. Da igual como de buena sea.
Bueno, eso en las pocas que me mandas.

Alba:
No estoy para fotos.

Natalia:
Lo entiendo y sabes que no me importa, me basta con hablar contigo.

Alba:
Me alegra leer eso.
En fin, tengo que ir a pasear. Joan dice que es bueno para mí.
Yo pienso que Joan podría pasear él solo y dejarme en paz.

Natalia:
¿Cómo está él? ¿Y María?

Alba:
No sé. Dicen que bien, pero no es cierto. Lo único realmente cierto es que en esta familia nos estamos volviendo adictos a no mostrar lo que sentimos.

Natalia:
Bueno, Albi, no puedes exigirles nada cuando tú no te abres.

Alba:
Sí que me abro.

Natalia:
¿Les has dicho cómo te sientes?

Alba:
Te lo he dicho a ti.

Natalia:
Yo no cuento.

Alba:
Eres, de hecho, quien más cuenta.

Natalia:
Joder, Alba.

Alba:
Tengo que irme.
Adiós, Nati.

Natalia:
Que vaya bien, Albi.

El tiempo que tuvimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora