Capítulo XXXIII

1K 57 0
                                    

**Siento mucho el retraso de este capítulo, pero mucho me comprenderéis. Exámenes, trabajos, más exámenes y profesores estresados. En fin, no creo que sea momento de contar mis penas ;) Aquí os dejo el nuevo capítulo, espero que os guste. VOTAD, COMENTAD, PLEASE

Ciento treinta y dos, ciento treinta y tres, ciento treinta y cuatro, ciento treinta y cinco. Aleix me sonríe cuando toco el suelo con los pies y me limpio las manos de óxido. Manu debería de pedir que limpiaran las escaleras o que le echaran algún producto, estas escaleras son un peligro. Mi mirada va instintivamente hacia la mano de Aleix, sigue vendada.

La puerta se abre y Manu aparece por ella con una sonrisa. Lleva un polo de color beige y unos pantalones rectos bien planchados. Su pelo está despeinado y sus mocasines siguen tan limpios como siempre. Hago una mueca al verle, sigo sin procesar que un tipo tan bien vestido y tan pijo sea el jefe de una banda.

—Hola, bonita —me dice con alegría.

—Ya me he enterado del incremento de las ventas —le informo mientras nos acercamos a él. Se aparta y nos deja pasar.

—Joder, Aleix. Quería darle yo la noticia —se queja sin dejar de sonreír.

Aleix se encoge de hombros pero no le mira. Está observando la zona de oficinas donde está el chico moreno de pelo largo que vi la primera vez que estuve aquí. No parece que le caiga demasiado bien.

—Bueno, ¿vendréis a la fiesta? —dice Manu con las manos en los bolsillos.

—Yo sí —digo con algo de alegría—. Quiero ver como os lo montáis de verdad aquí.

Manu se ríe y me pasa el brazo por los hombros para atraerme hacia él. Aleix percibe el movimiento y lo mira con desconfianza. No dice nada pero está celoso. Me regodeo en esa sensación, me gusta que sienta celos por mí.

—Oh, bonita. Lo vas a flipar —dice con un tono que no consigo descifrar. Mi regodeo termina ahí. Desconfío de él durante unos segundos, esas palabras esconden algo que no me gusta.

El corcho está aún más lleno de lo que recordaba. Hay más anuncios de manifestaciones, otros son gráficos a los cuales le han pintado caritas felices y también veo planos. Me acerco un poco a ellos y lo observo de cerca en busca de un nombre o una dirección. Nada. Solo están las estructuras de un edificio plasmadas en un papel.

—Lina —me llama la atención Manu. Me giro hacia él, está junto Aleix, detrás de la mesa—. Te advierto que en la fiesta vas a tener que dar una buena imagen de nosotros.

—¿Y por ello debo vestirme con ropa que no me cubran ni medio trasero? —digo con sarcasmo.

Detrás de ellos aparece una chica. Tiene el pelo de color azul claro y lo lleva muy corto, tal vez demasiado. Su camiseta está hecha girones pero ella no parece preocuparse, creo que ha sido ella quien ha preparado ese desastre. Además de la camiseta lleva unos pantalones rotos y las botas militares.

—No, no hace falta —dice Aleix que está cruzado de brazos.

—¿Y por qué no? —Manu se gana una mala mirada—. Vamos, dime que no te gustaría verla con, por ejemplo, el vestido que llevó Elsa a la inauguración aquel museo.

Su mención hace que un escalofrío me recorra de arriba abajo. Aleix no dice nada pero no aparta su mirada del rubio, le ha molestado lo que le ha dicho. Manu alza las manos de forma inocente y sonríe.

—Soy un hombre, tiendo a dejarme llevar por lo más sucio —se exculpa.

Ruedo los ojos y me acerco al mapa. Hay algunas chinchetas marcando ciertos lugares de la ciudad. Abro los ojos de forma exagerada cuando veo que el bar de mis tíos está en el medio del territorio de Manu.

Bandas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora