Capítulo XLII.

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Sábado.

El calor es asfixiante, me cuesta respirar bajo las sábanas. Su cuerpo apresa el mío, protegiéndolo y abrasándolo. Es reconfortante. Su cabeza está apoyada en mi espalda y su mano derecha está agarrando la mía, parece un enlace casual pero sé que si intento apartar la mano, él la cerrará con fuerza. Su aliento choca contra mi nuca. No sé cuando hemos cambiado de posición, sólo recuerdo que me dormí mirándole de frente. Suspiro y comienzo a tararear una de las canciones de anoche. Noto como Aleix estira una sonrisa contra mi piel.

—Buenos días, cariño —susurra contra mi piel.

—Buenos días, Aleix.

Sus brazos me rodean y me aprietan contra él. Me río cuando sus dedos se clavan en su piel, me hacen cosquillas. Entre risitas intento apartar sus dedos dándome la vuelta y agarrar sus manos. Me sonrojo al sentir su pecho contra el mío sin la menor barrera. Aleix intenta levantarse, pero le detengo recordando que está completamente desnudo. Aleix se ríe ante mi reacción, pero no insiste y se queda tumbado encima de mí. Nuestras bocas se quedan cerca.

—Voy a estar una semana sin verte —dice Aleix en un susurro.

—Siempre nos quedará WhatsApp —digo con un deje fingido de melancolía.

Aleix se ríe para después dejar un pequeño beso en mi nariz. Sonrío ante ese pequeño gesto, Aleix es muy mono cuando quiere. Se desliza un poco hacia abajo sobre mi cuerpo y se tumba encima de mí. Enrollo mis brazos a su alrededor y cierro los ojos dispuesta a volver a dormir.

Seis minutos y treinta segundos más tarde alguien llama a la puerta. Aleix gruñe molesto, pero al tercer toque se levanta. Las sábanas se deslizan con él fuera de la cama soy rápida y las recojo antes de quedar demasiado descubierta. Cuando mira para arriba veo el culo de Aleix al descubierto y me quedo un poco boba mirándolo. Aleix termina de ponerse el pijama y yo me tapo bien para que nadie me vea.

—Hola, Guille —dice Aleix cuando asoma la cabeza hacia el pasillo sin abrir demasiado la puerta intentando esconderme. No escucho lo que dice el otro participante de la conversación —. Claro —responde Aleix con un tono más serio—, ahora bajo.

La puerta se cierra y Aleix se relame los labios. Le observo expectante desde la cama, desnuda y expectante. Después de unos segundos Aleix reacciona y se sienta en la cama, a mi lado. Parece algo preocupado e intenta esconderlo con una sonrisa.

—Me encantaría quedarme toda la mañana para contemplar tu cuerpo desnudo —susurra y acaricia mi hombro con sus dedos—, pero mi madre está abajo esperándome para que me vaya con ella.

—¿No ibas a ir a casa de Manu? —pregunto mientras juego con las sábanas.

—Sí, ha sido un cambio de planes repentino... —dice y suspira—. Es más, me he enterado unos segundos antes que tú.

—Aleix, ¿estás seguro de que no pasa nada?

Aleix se me queda mirando durante unos segundos. No consigo descifrar que hay en sus ojos, los aparta antes de que lea nada. Frunzo el ceño mientras él se levanta a preparar la mochila. Me ha ignorado por completo lo que refuerza mis dudas hasta confirmarlas, ha pasado algo. Suspiro y hago como él, pasar del tema. Me quedo entre sus sábanas desnuda, no tengo ganas de cambiarme, pero me siento insegura si no está a mi lado.

—¿Quieres que vaya a por tu ropa? —me pregunta Aleix al ver que miro a mi alrededor.

—Sí... —susurro algo avergonzada.

Aleix recoge la ropa y cuando coge mis bragas las observa con una sonrisa. Siento mis mejillas enrojecer, casi a punto de estallar. Aleix las guarda en el bolsillo lo que hace que frunza el ceño. Termina de recoger la ropa y la mete toda a lavar.

Bandas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora