Capítulo II.

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Además de Natalia y Anís, en la mesa hay otra chica y dos chicos. Uno de ellos es Javi que me ha sonreído cuando he llegado. Creo que piensa que quiero que sea mi guía. Me han presentado a las otras dos personas. La chica se llama Olga y al parecer le encanta cantar. Su aspecto le da un toque de diva de la canción, pelo rubio y largo, cutis perfecto, maquillaje, joyas… En el aspecto de vestimenta es parecida a Natalia pero de personalidad es totalmente diferente. Es demasiado infantil y su risa me taladra los oídos. El chico se llama Gabriel, su pelo es oscuro y notablemente largo. El flequillo le tapa casi por completo sus ojos y aún sigo intentando descubrir de qué color son. Le encanta la música punk y al parecer nunca deja sus botas militares en la habitación. Puede que vaya casi al completo de negro pero es un chico agradable.

  —O sea que devoras libros —dice Gabriel divertido.

  —Sí, bueno, eso dice mi madre.

  —Yo leería pero las clases de canto me tienen demasiado ocupada. —Los ojos de Olga comienzan a relucir— ¿Sabéis? Mi profesor de canto me ha dicho que tengo una voz de estrella.

  —Eso nos lo dices cada vez que vuelves de alguna clase —dice Anís molesta. Desde aquí puedo ver la zona rapada de su cabeza.

  —Pero Lina no lo sabía.

  —Pues me parece fantástico —digo forzando una sonrisa medianamente amable.

He roto todos mis principios. ¿Para qué mentir? La verdad es que esa voz no puede servir para cantar, demasiado aguado. Podría servir para ser una soprano bastante buena pero no creo que cante el estilo de música que se merecería su voz.

  —No seas tonta, Olga. Solo te lo dicen porque tus padres le pagan una millonada —contesta Anís.

  —Eso es mentira. —Creo que he visto un puchero en su cara.

  —Ya, claro.

La conversación queda colgando y veo como el puchero de Olga se intensifica. O no. Veo sus ojos aguarse y que baja la mirada rápidamente al plato como si intentara disimular su disgusto.

  —Anís, deja de pasarte —dice Gabriel. Parece exasperado, como si lo tuviera que repetir varias veces al día.

  —No me paso. Es la verdad, que se empiece a dar cuenta.

  —Algún día sacaré un disco y tú no estarás en los agradecimientos —le amenaza Olga mientras juega nerviosa con su pelo.

  —Mejor esperaré sentada, no vaya a ser que me canse.

Una extraña tensión se adueña del ambiente. Anís no muestra ni una pizca de enfado, su rostro es indescifrable mientras que el de Olga expresa dolor y tristeza. Todos miran a las dos chicas en busca de una nueva reacción pero las dos se quedan quietas, sin mirarse, como si no acabasen de hacer que la tensión fuera algo palpable.

  —¿Dónde está Aleix? —habla Javi de repente. Ha permanecido callado durante la comida.

   —Es raro que se pierda la comida —susurra Natalia.

Frunzo el ceño. ¿Quién es Aleix? Todos miran fijamente a Gabriel como si el supiera algo. Está tranquilo, va colando patatas fritas en su boca una a una sin prestar atención a nadie.

  —Vendrá ahora —responde finalmente.

Y como si lo hubiera escuchado un chico entra por la puerta principal. Es alto, por lo menos mide uno ochenta. Mira por el comedor y se encamina hacia nuestra mesa. He percibido que su entrada ha bajado el volumen de la sala y las dos discusiones que flotaban en el aire se han enfriado. Camina lentamente y con seguridad.

Bandas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora