36.

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(Capítulo +18, si no te gusta este tipo de contenido, no lo leas)

Sam fue bajando sus besos hacia mis pechos pera la detuve.

—¿Qué pasa?— dijo algo agitada.

—No será cómodo aquí.— vi que una sonrisa provocativa se formaba en su rostro.

Me cargó y me siguió besando, torpemente llegamos a mi cuarto, me echó en la cama con cuidado, me sacó el top que traía puesto, cabe recalcar que no llevaba brasier.

—Que buenas tetas tienes ____, me vuelven loca.— susurró en mi oído, cosa que hizo que me calentará más.

Besaba una mientras la otra la masajeaba, empezaba a soltar jadeos, los succionaba y dejaba varios chupetones, mientras hacía eso con una mano también masajeaba mi culo.

—No sabes cuanto esperé por verte así.— confesó.

Sus besos fueron bajando a mi abdomen, bajó el short que traía junto con mis bragas, llegó a mi zona, dió algunos besos en mi muslo y empezó a hacer su trabajo.

Empezó a chuparmela como si de una paleta se tratase, con su dedo pulgar hacía movimientos circulares.

—Carajo Samantha, que bien lo haces.— dije entre gemidos.

Sentía como su lengua entraba y salía, estaba en el maldito cielo.

Paró y sin aviso alguno metió dos dedos dentro de mí.

—Ah, Sam, más, por Dios.— gemía su nombre y sabía que le encantaba eso.

—Sigue preciosa, grita mi nombre.— dijo con un tono dominante.

Sus dedos hacían un magnífico trabajo, Sam empezó a meterlos y sacarlos muy rápido, Dios está chica me volvía loca. Elevó una de mis piernas y puso su pierna encima formando unas tijeras, haciendo que nuestras zonas se rozaran.

Comenzó a moverse lento, poco a poco fue acelerando el ritmo, tenía la mejor vista, verla encima mío era lo mejor.

Escuchar sus gemidos eran música para mis oídos, se acercó un poco y de nuevo empezó a jugar con mis pechos.

Seguimos así por un tiempo, no faltaban los besos las caricias, con eso bastó para que nos corrieramos, ambas caímos rendidas en la cama.

—Sam, eso fue espectacular.— hablé.

—Me encanto verte así.— comentó mientras me daba un piquito.

Nos bañamos y cambié las sábanas, nos acurrucamos y ella me abrazó.

—Te amo, ____.

—Yo más.— le di un beso en su cabeza.

Ella se levantó y me empezó a dar muchos besos en la cara, yo reía, empecé a hacerle cosquillas.

—____, basta.— decía entre risas.

—Tú empezaste.

Tuve piedad y paré, volvimos a acurrucarnos, sin duda con ella me sentía perfecta, pasaron algunos minutos y nos quedamos profundamente dormidas.

¿Amigas? (Rivers x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora