Capítulo 13: El entrenamiento que fue interrumpido

20 3 0
                                    

Al abrir mis ojos al día siguiente, pude escuchar murmullos en la sala mientras la conversación continuaba entre Denver, la doctora y los demás. Me incorporé lentamente, todavía sintiéndome un poco mareada por los acontecimientos del día anterior. Miré a mi alrededor, tratando de entender la situación.

Mientras me esforzaba por incorporarme, Denver apareció de repente, extendiendo una mano para ayudarme a levantar.

— Vale, deberías seguir descansando. La doctora dijo que necesitas tiempo para recuperarte completamente —me aconsejó.

Agradecí su ayuda, pero sentí la necesidad de afirmar mi independencia, a pesar de mi aún débil estado.

— Denver, no es necesario. Me siento mejor y creo que puedo estar de pie por mi cuenta —respondí, aunque mi voz revelaba cierta debilidad.

Denver sonrió, pero en lugar de soltarme, me sostuvo con más firmeza. De repente, inclinó su rostro hacia el mío y me besó suavemente. Fue un gesto inesperado, pero cálido y reconfortante.

— Vale, entiendo que quieras demostrar que estás bien, pero no quiero que te fuerces. Estoy aquí para cuidarte —dijo Denver después del beso, con una mirada preocupada en sus ojos.

Me sentí abrumada por sus palabras y gestos. Aunque apreciaba su preocupación, también quería demostrar mi fortaleza.

— Denver, de verdad, estoy bien. Aprecio tu preocupación, pero no quiero que te sientas obligado a cuidar de mí todo el tiempo —le aseguré, buscando transmitirle mi independencia.

Él asintió con comprensión, pero aún sostenía mi mano con ternura.

— Está bien, Valeria. Pero prométeme que si necesitas algo, me lo dirás. No quiero que te esfuerces más de lo necesario.

A medida que los días pasaban, Denver se volvía cada vez más protector, como si estuviera decidido a convertirse en mi propio guardaespaldas personal. No pasaba un momento sin que me recordara la importancia de descansar y no esforzarme demasiado, como si de repente me hubiera convertido en una delicada flor que necesitaba ser protegida de cualquier ráfaga de viento.

— Vale, recuerda descansar. No quiero que te esfuerces demasiado —insistía Denver, con una expresión preocupada, como si fuera el guardián de la salud de la humanidad.

Sus palabras, aunque bienintencionadas, comenzaron a irritarme. No era una inválida, y me sentía como si estuviera siendo tratada como si estuviera hecha de cristal. Mi paciencia se desgastaba a medida que su sobreprotección se intensificaba.

— Oh, Denver, gracias por recordarme que soy frágil y necesito protección constante. Tal vez deberías conseguirme una burbuja gigante para vivir cómodamente dentro de ella —le dije con una sonrisa irónica, tratando de aligerar la situación.

Él pareció sorprendido por mi comentario, como si no hubiera captado mi sarcasmo.

— Valeria, en serio, solo quiero asegurarme de que estés bien. No sé qué podría pasar aquí, y no quiero arriesgarme a perderte —explicó Denver, con sinceridad en sus ojos.

Sus razones eran comprensibles, pero eso no impedía que mi irritación creciera cada vez que insistía en que me cuidara como si fuera de porcelana.

Pasaron los días, y su constante vigilancia se convirtió en una especie de rutina reconfortante. Aunque bromeaba con él sobre vivir en una burbuja de protección, en el fondo, me sentía segura y apoyada. Quizás, en este extraño lugar, necesitaba más de esa seguridad de la que estaba dispuesta a admitir.

—Si sigues tratando a mi hermana de esa manera vas hacer que me la lleve lejos de ti.

Declan apretó los puños con rabia, sus ojos chispeaban de furia. Denver, aparentemente imperturbable, continuó abrochando mi zapato como si nada estuviera sucediendo.

Entre el peligro y el amor [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora