Capítulo 8: El inicio de todo

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—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Katerin, su mirada intensa y llena de incertidumbre mientras ambas sosteníamos nuestras placas. ¿Renunciamos? No sería una decisión fácil, la duda de si era prudente ir hasta allá después de lo sucedido pesaba como una losa en nuestros corazones.

Era innegable, mi hogar estaba en ruinas, reducido a escombros después del ataque de esos monstruos. No sabíamos cómo explicarlo, cómo poner en palabras el horror que habíamos presenciado.

—¿Huir al bosque? —sugerí, aunque la idea me llenaba de temor. No, eso no estaría bien. Mi hermana tiene asma y no podía arriesgarme a que algo malo le pasara. Denver y Ethan eran los más buscados, los científicos los perseguían como si fueran presas. Ambos eran experimentos, pero esas sustancias que ellos tenían...— Pasé mis manos por mi rostro, frustrada por la decisión que debíamos tomar.

—Debemos ir al departamento a entregar nuestra placa, luego podremos ir a otro país. Así supongo que nadie nos seguirá —propuse, aunque no estaba segura de si era la mejor opción.

Pero en ese momento, un escalofrío recorrió mi espalda. Una sensación de inquietud se apoderó de mí. ¿Y si nos encontraban en el nuevo país? ¿Y si los monstruos volvían? ¿Y si...? Las preguntas se agolpaban en mi mente, cada una más aterradora que la anterior. Pero sabía que no podíamos quedarnos aquí. Teníamos que movernos, teníamos que intentarlo. Porque la alternativa... la alternativa era demasiado terrible para contemplarla.

En medio de nuestra conversación, Denver se quedó en silencio. Sus ojos se perdieron en la distancia, como si estuviera viendo algo que nosotros no podíamos. Luego, con una voz apenas audible, comenzó a hablar.

—Recuerdo la base —dijo, su voz era un susurro—. Recuerdo todo lo que viví allí cuando experimentaron conmigo desde que era un bebé.

Todos nos quedamos en silencio, esperando a que continuara.

—Recuerdo las luces brillantes, los rostros sin emociones de los científicos, el frío del metal contra mi piel. Recuerdo el dolor, el miedo, la soledad.

Denver hizo una pausa, parecía estar luchando con sus recuerdos.

Denver se levantó del sofá, su rostro era una máscara de conflicto y recuerdos dolorosos. Habíamos llegado a la casa de mi hermana, pero la sensación de seguridad era efímera. Sabíamos que ellos volverían a atacarnos, era solo cuestión de tiempo.

—Tormenta —comenzó Denver, su voz apenas un susurro—. No es mi hermano de sangre, pero siempre estuvo allí para mí en esos laboratorios. Llegó herido a la base, lo recuerdo claramente. Dijeron que había tenido un accidente, que la mujer que iba con él había muerto en el acto.

Las palabras de Denver cayeron en la habitación como una bomba, dejándonos a todos en un estado de shock. ¿Tormenta, el que siempre habíamos conocido como un lobo, era en realidad un humano?

—¿Un humano? —repetí, mi voz apenas un susurro. La idea era tan impactante que apenas podía creerla.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ivy, mi hermana, acercándose con una expresión de confusión en su rostro—. ¿Dónde ocurrió eso?

—Ivy —dije, abrazándola mientras ella se acomodaba a mi lado—. Tranquila.

Sabía que ella estaba recordando lo mismo que yo. El accidente nuestra madre y nuestro hermano ambos habían muerto en el impacto cuando el auto cayó desde un puente. Aquel día, el mundo tal como lo conocíamos se desmoronó.

Nuestro padre, un hombre de rostro impasible y ojos vacíos, se casó con otra mujer apenas nueve meses después del accidente. Nunca derramó una lágrima, nunca mostró ninguna señal de dolor. Para él, parecía que Declan, mi hermano, ya había muerto mucho antes del accidente. Era como si hubiera construido un muro alrededor de su corazón, encerrando cualquier rastro de tristeza o luto.

Entre el peligro y el amor [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora