IX.

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Saqué las llaves del bolsillo con el corazón latiendo a mil por hora

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Saqué las llaves del bolsillo con el corazón latiendo a mil por hora. Era la primera vez que hacía algo así, pero la verdad era que me encantaba aquella sensación. Era como si, después de un tiempo, volviese a sentirme viva.

Entré en el local rápidamente, desconectando la alarma y corriendo todo lo posible para preparar una mesa en la que pudiésemos comer juntos. Lo preparé con toda la ilusión del mundo y con las ganas que tenía de ver de nuevo a Charles.

Me habían encantado sus postales, las llamadas hasta altas horas de la madrugada, hablar con él siempre que era posible... Pero no era lo mismo que poder verle en persona. Necesitaba tenerle frente a mi de una vez por todas.

Unos leves golpes en la puerta del Zelo's hicieron que me sobresaltarse, soltando de manera brusca los platos sobre la mesa. Pero corrí hacia la entrada, porque sabía que Charles estaba allí, esperándome.

Y en cuanto la abrí, una enorme sonrisa se formó en mi rostro. Había echado de menos aquella sensación de hormigueo en el estómago que tenía solamente cuando mi mirada se cruzaba con la suya, que parecía tener brillo propio. Se le veía más feliz que en nuestro último encuentro, y no había nada que me hiciese más ilusión.

–Pasa –le invité en un susurro, y él rápidamente accedió.

Y entonces pasó algo que me dejó en blanco. Soltó las bolsas, dejándolas con cuidado en el suelo y, en un movimientos completamente inesperado, me abrazó contra su cuerpo, apoyando mi cabeza sobre su hombro. Me quedé paralizada, reaccionando después de unos cuantos segundos, correspondiéndole el abrazo. Porque lo cierto es que había soñado con aquel momento, y se sentía realmente bien.

El calor de su cuerpo se mezclaba con el mío, y el aroma de su colonia me inundó por completo. Sabía que aquel instante era algo que se convertiría en una memoria imborrable para ambos, y quizá hasta en un punto de inflexión. Era la primera vez que teníamos una muestra de cariño el uno con el otro, y me di cuenta rápidamente que no quería que dejase de abrazarme. Quería estar junto a él todo lo posible; quería que el tiempo se parase y estar en aquel momento para siempre.

–Te parecerá una locura, pero te he echado de menos –confesó sobre mi oído.

Mi vello se puso de punta y mi corazón comenzó a bombear cada vez con más fuerza mientras sonreía como una auténtica idiota. Y es que lo cierto es que yo sentía exactamente lo mismo. Era como si estuviese al borde de un precipicio; podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas.

–Yo también te he extrañado –confesé con un hilo de voz mientras se separaba lentamente de mi.

Su mirada se cruzó con la mía, y los dos la apartamos al instante, sonriendo tímidamente mientras jugábamos con las manos y yo mordía mi labio inferior por la vergüenza. Me parecía increíble que alguien a quien conocía desde hacía tan poco tiempo, me hiciese sentir así. Pero con Charles todo parecía ser diferente. Y es que sentía que nos conocíamos de antes; que en otra vida habíamos coincidido ya, porque todo era tan natural entre los dos que resultaba incluso abrumador.

Postales certificadas | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora