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GP de Mónaco

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GP de Mónaco

Puse el teléfono en mi oreja mientras empezaban a sonar los primeros tonos de la llamada, con la esperanza de que Alice respondiese y accediese a mi petición. Cualquiera en mi lugar habría dejado de sentirse nervioso en el mismo instante en el que ella admitió querer volver a verme, pero en mi caso... Habían sido unos meses complicados, y sentía tanto vértigo que tenía la sensación de estar en el borde de un precipicio a punto de caerme al vacío.

–Hola –su voz dulce al otro lado de la línea me hizo reaccionar.

–Hola... No sé si estabas ocupada o...

–Charles –me cortó ella con una risa antes de que pudiese seguir hablando. –¿Por qué siempre piensas que molestas? –me preguntó con aquella ternura que la caracterizaba. –Puede que estuviese ocupada, pero siempre tengo tiempo para ti.

Me mordí el labio para controlar aquel suspiro que estuvo a punto de escaparse entre mis labios. Aquello era lo más profundo que me habían dicho en mucho tiempo, porque lo cierto era que siempre tenía la sensación de que todo el mundo tenía tiempo para Charles Leclerc, pero nunca para Charles. Nunca para escucharme, para entenderme, para dejarme ser yo mismo... Pero allí estaba ella.

–¿Eso significa que vendrás conmigo a la playa esta noche? –pregunté con el corazón bombeando con fuerza dentro del pecho.

–¿A la playa por la noche? –rio a carcajadas. Era la primera vez que las escuchaba y lo cierto es que tenía la sensación de que jamás me cansaría de oírlas.

–Es que... mañana es la carrera aquí en Mónaco y... necesito despejarme –dije algo dubitativo. No era nada fuera de lo normal lo que me sucedía aquel día. Estaba nervioso porque era mi carrera, era mi hogar.

–Estás nervioso, ¿verdad? –preguntó con una voz calmada que transmitía absoluta paz.

–Estoy cagado –admití haciendo que ella volviese a reír, pero esta vez tímidamente. –Y necesito salir de casa porque siento que voy a volverme loco.

–Charles, tranquilo... –susurró con mucha calma. –Esta noche iremos juntos a la playa, ¿vale? Y no hablaremos sobre la carrera; necesitas olvidarte de eso durante unas horas.

Tenía toda la razón, pero era realmente complicado cuando se trataba de mi carrera; cuando todos me lo recordaban y esperaban expectantes por saber en qué lugar terminaría aquel día, sobre todo teniendo en cuenta mi mala suerte en Mónaco.

–Eso va a ser difícil, Alice –respondí con una sonrisa algo triste en los labios.

–Yo haré que te olvides de eso –su seguridad y la manera en la que lo dijo, me hizo confiar de inmediato. Había algo en ella que hacía que no dudase ni un solo segundos de sus palabras. –Nos vemos a la noche, Charles.

Antes de que me diese siquiera tiempo a responder, ella ya había colgado. De hecho, juraría que me quedé en silencio durante unos cuantos segundos, incapaz de contestar a sus palabras y por eso había terminado la llamada. Últimamente me sucedía muy a menudo. Ella me dejaba mudo cuando hablaba; me quedaba completamente hipnotizado con un simple comentario por su parte.

Postales certificadas | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora