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Inspiré profundamente el aire puro de la montaña mientras caminaba al lado de Lucie, la madre de Charles, ambas sosteniendo entre nuestras manos un ramo con las flores que habíamos estado recogiendo durante nuestro paseo.
–¿Tienes algún cuadro floral? –preguntó Lucie antes de oler su ramo, sonriendo al instante.
–No... la verdad es que no –respondí. Pensándolo detenidamente, era realmente raro que jamás hubiese pintado flores, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que me gustaban.
–Deberías hacerlo. Yo te compraría un cuadro, la verdad –contestó para mi sorpresa. Si bien era cierto que las aguas se habían calmado entre nosotras, aún más después de su invitación para pasar el fin de semana en la casa de campo de la familia, todavía no estaba acostumbrada a aquella cordialidad por su parte.
–¿Hay alguna flor que sea especial para ti? –pregunté interesada por saber algo más de ella y, a la vez, por saber cuál sería aquel cuadro que a ella le emocionase de verdad.
–El tulipán –contestó sin tomarse siquiera unos segundos en responder. Fue algo instantáneo, como si se tratase de un acto reflejo. –Llevé tulipanes rosas en mi ramo de novia –dijo con una enorme sonrisa que me recordó a la de Charles. A pesar de lo que pudiese parecer en un principio, Lucie era una mujer realmente agradable. Si algo había aprendido durante las últimas semanas era que no debía juzgar a nadie por la primera impresión. Tras aquella fachada de mujer dura, fría y sin sentimientos, se escondía una persona francamente sensible. –¿Sabías que los tulipanes representan el amor perfecto?
–¿Existe tal cosa? –pregunté con una sonrisa ladeada. Los padres de Charles llevaban muchos años casados, y a pesar de lo que pudiese parecer, la forma en la que se miraban le hacía saber a cualquiera que estaban profundamente enamorados el uno del otro.
–Existe –afirmó jugando con las flores que ella había recolectado. –Por supuesto que hay momentos malos en el matrimonio, pero si algo tengo claro en esta vida es que no cambiaría a Richard por nadie.
Me mordí el labio mientras dirigía mi mirada hacia el horizonte, pensando en si aquello era lo que nos deparaba el destino a Charles y a mi. ¿Seríamos felices juntos? ¿Cuánto duraría nuestra historia? ¿Estábamos hechos el uno para el otro?
–Alice... ¿estás enamorada de mi hijo? –preguntó Lucie que, al voltearme con expresión de sorpresa, sonrió tiernamente.
–Yo... –murmuré mientras la cabeza empezaba a darme vueltas sin parar.
¿Cuándo había sido la última vez que había estado enamorada de verdad? ¿Podía alguien enamorarse en tan poco tiempo? ¿Era capaz de volver a creer en el amor después de pasarlo tan mal?
Todas aquellas preguntas carecían de sentido cuando se trataba de Charles. Cada vez que veía su sonrisa, cada vez que nuestras miradas se encontraban, cada vez que mi piel rozaba su piel... cualquier miedo desaparecía cuando se trataba de él. Solamente Charles había conseguido que me olvidase del pasado. Solamente él me hacía temblar, sonreír, llorar... Solamente él me hacía sentir.