–¿Estás listo? –pregunté al ver cómo Charles se acomodaba en el sillón de mi salón que habíamos preparado para su retrato. Necesitaba estar cómodo porque, al fin y al cabo, iba a estar allí durante unas cuantas horas.
–Sí... –murmuró comprobando que todo estaba organizado a la perfección. –¿Tengo que estar vestido? –cuestionó justo antes de que se escapase una enorme carcajada de su boca, contagiándome a mi también.
–Sí, Charles. Es un retrato, así que tienes que estar vestido –respondí mientras colocaba a mi lado los colores que necesitaría para llevar a cabo aquel cuadro. Y diría que se trataba de una obra de arte, pero ya la tenía frente a mi sin necesidad de usar mis pinturas.
–Podemos inventar nuevas formas de arte... –dijo de forma sugerente, consiguiendo que, por un instante, estuviese a punto de replantearme todo. Al fin y al cabo, ¿quién era capaz de resistirse a los encantos de Charles? Así que con mucho esfuerzo y poniendo la cabeza fría, me decidí a seguir adelante con nuestro plan.
–No, Charles. Es un retrato, así que a partir de ahora, cierra la boca –intenté sonar lo más autoritaria posible, siendo consciente de que si yo no ponía un poco de seriedad, acabaríamos mandando nuestros planes a la mierda.
Él hizo un pequeño gesto, como si estuviese empleando una cremallera para sellar sus labios, para después posar mirándome directamente a los ojos. Ese fue el segundo instante en el que me planteé si debía empezar el retrato o no. Porque para ser sincera, su mirada me cautivó en una milésima de segundo, y de repente sus labios parecieron más apetecibles que nunca.
–¿Piensas empezar, Ali? –bromeó acomodándose en el sillón, dejando los brazos a ambos lados de su cuerpo, sobre los reposabrazos.
–Eh... sí –allí estaba de nuevo la voz temblorosa y la sensación de cosquilleo por todo el cuerpo cada vez que él me enseñaba su sonrisa traviesa.
Intenté concentrarme, intenté pensar en lo perfectas que eran todas y cada una de sus facciones. Intenté pensar en los colores, en las luces y en las sombras, y también en el perfecto contraste que creaban sus ojos verdes cuando se combinaban con la tenue luz que se colaba aquella tarde entre las rejillas de las persianas.
Pero por más que intentaba centrarme en el lienzo que tenía frente a mi, todo parecía inútil. Porque cuando Charles me miraba de aquella manera tan penetrante, lo único en lo que podía pensar era en su boca y en las ganas que tenía de volver a probarla.
–Ali, ¿estás bien? –preguntó con una sonrisa burlona justo antes de morder su labio inferior. El muy capullo sabía perfectamente lo que estaba haciendo; sabía las ganas que tenía de él, de sentir su boca, de que me abrazase... Charles lo sabía todo.
–Creo que... no estoy inspirada ahora mismo para pintar –susurré dejando el pincel sobre la mesa que tenía a mi derecha.
–Vaya... ¿No te inspiro? –aquella sonrisa traviesa iba a volverme loca de un momento a otro.
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Postales certificadas | Charles Leclerc
ФанфикSiempre estaré esperando tu postal, Charles.