X

5K 305 14
                                    

ᴇʟ ғᴜᴛᴜʀᴏ

—¿Cómo supo que quería ser profesor?—. Sujeté el vaso de plástico que contenida soda y di un pequeño sorbo mientras lo escuchaba.

Nos encontrábamos sentados en su auto a fuera de mi casa. La noche era cómplice de nuestra conversación, la luces tenues de los postes nos acariciaba el rostro. Estábamos teniendo una conversación diferente a las que teníamos, nos estábamos conociendo más.

—la historia comienza así. Cuando salí de estudiar inglés, tenía 20 años, no sabía que quería hacer, me sentía perdido para cualquier profesión. En ese tiempo, estaba en una relación y ella me terminó. —se encogió de hombros—. Estaba pasando por un momento triste, un corazón partido es un poco difícil de sanar pero nada que el tiempo solucione. Yo me hablaba con su hermana y su enamorado en ese tiempo, éramos amigos. Ellos me animaron a estudiar pedagogía. Al principio no estaba tan seguro, sentía que enseñar no era lo mío.

Cogí unas palomitas de maíz azucaradas y lo acerqué a sus labios. Por un momento esa idea se veía bien en mi mente pero mis mejillas se sonrojaron por mi atrevimiento. Sus labios rozaron mis dedos y un escalofrío pasó por mi cuerpo. Lo observé comiendo y cuando pasó, volvió a hablar.

—ingresé a estudiar pedagogía, me agradaba lo que estaba haciendo, aunque el miedo seguía, pensaba que iba a quedarme con mi título e iba a perder tiempo. Por alguna razón sentía que no podía cumplir mis metas y mis años pasaban, cuando apenas estaba joven. —rió por lo último. — a veces uno se queda en el mismo lugar por sus pensamientos negativos, cuando en realidad la edad no indica nada.

—¿Cuándo sintió que estaba encaminado?

—cuando dejé de sobrepensar las cosas. Encontrar trabajo no fue fácil, me sentía desanimado y creí que estudiar pedagogía fue perder el tiempo. Pero, la luz llegó. Encontré mi primer trabajo como profesor en una escuela.

—¿Enseñó a niños?

Asintió—: sí, me acostumbré mucho a ellos que cuando tuve que buscar algo mejor, me dio mucha pena dejarlos.

—¿Cómo llegó a la preparatoria?. —cogí una palomita y lo llevé a mi boca pero él lo detuvo y acercó sus labios a mi mano. Mi respiración se detuvo por microsegundos al observarlo tan cerca a mí. Podía sentir el roce de su nariz con la mía, sus ojos pardos se conectaron con mis ojos.

Se alejó y sonrió.

—eso se llama robo. —sujeté otra palomita de maíz.

— I wanna steal a kiss but I know that's not correct...

—aún no me responde...—me crucé de brazos.

—postulé a varias preparatorias y universidades, y tu preparatoria me llamó para una entrevista. Me aceptaron el mismo día, pensé que era mi día de suerte, pero no fue así. 

Lo miré dubitativa. —¿Por qué no fue?

—my lucky day was when i saw you for the first time. —sus palabras fueron una caricia en mi corazón, lo dijo de tal forma que me desvanecía de solo mirarlo.

Acerqué mi mano hacia su barbilla, la textura de su barba incipiente hacia cosquillas en mis dedos. Intenté acercarme pero me detuve al notar lo que quería hacer. Miré la bolsa de palomitas de maíz y cogí una.

—aún recuerdo como lo recibí...

—como olvidar esos ojos marrones que me miraron penosa

—no supe donde esconder mi rostro, me dio mucha pena.

Comenzamos a comer un poco más las palomitas de maíz y se sirvió un poco de gaseosa.

—¿Qué piensa estudiar cuando termine la preparatoria?. —me miró con curiosidad.

—creo que diseñadora de modas.

—¿Cree?

—Creo. Me da miedo el futuro, me da miedo no lograr mis metas, ser una perdedora...

—tiene dieciocho años, apenas conocerá la vida, hay mucho por delante ¿Por qué piensa que no cumplirá sus metas?

—usted tuvo miedo también...

—no dejes que el miedo tome tus decisiones. Consejo de alguien que lo vivió.

—a veces siento que no podré

—deje de pensar en negativo, tome la vida por las astas y avance con fuerza. 

—profesor...

—aquí no soy tu profesor ni tu mi alumna, solo somos Marcus y Luana. ¿Correcto?

—acepto

Terminamos de comer las palomitas y salimos del auto. Era tarde y tenía que descansar para iniciar la semana. Caminamos hasta la puerta de mi casa, me quedé mirándolo frente a mí, era demasiado alto aún cuando usaba zapatillas.

Me puse de puntillas jugando a estar de su tamaño, me sostuve de sus hombros cuando iba a caerme sobre él. Sus manos sujetaron mi cintura, mi rostro quedó cerca al suyo, mis pies volvieron a tocar el suelo con normalidad y él agachó su cabeza sin dejar de mirarme.

—solo...solo intenté ser de tu tamaño...—sonreí tímida.

—its not correct...—susurró.

Su aliento cálido calló sobre mi rostro, lo miré confundida, me perdí en su mirada, después en sus labios, lo tentadores que se veían.

—no me hagas esto Luana, lucho contra mí...—cerró su ojos y posó su frente contra la mía.

—no entiendo...—respondí aún confundida. No podía evitar acercar más mi rostro al ajeno, mis labios rozaron los suyos y la vergüenza volvió a tomar poder en mí. Me alejé penosa. —lo siento...

Ingresé rápido a casa con el corazón desbocado.

Love me like you do ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora