ʙᴏʟɪᴛᴀ ᴅᴇ ᴘᴀᴘᴇʟ
Mis ojos se abrieron con pesadez al sentir la luz de la mañana llenar de golpe mi habitación, las cortinas de encaje beige me anunciaban que había amanecido. Aún adormilada, extendí mi mano hacia mi buró, la palma de ésta buscaba mi celular, al no encontrarlo, aún adormilada, volví a esconder mi brazo entre mis sábanas y me acurruqué sin darme cuenta que estaba ingresando otra vez en un profundo sueño.
Mis ojos se abrieron de inmediato, me deshice de las sábanas que estaban enredadas entre mis piernas, algo apurada me levanté toda descalza para mirar mi escritorio donde había dejado mi celular. Prácticamente me abalance hacia él, al notar la hora, dejé de respirar unos microsegundos.
—¡No puedo ser!. —exclamé asustada.
Corrí a mi armario, al abrir las puerta de par, toda mi ropa salió de golpe dándome en todo el cuerpo. Solté un suspiro cansino por todo el desorden que tenía en mi habitación. Definitivamente vivir así me ocasionaba pequeños líos, como ahora que tenía que buscar entre el montón de ropa tirada en el suelo, que ponerme, mientras la hora avanzaba.
Llegó el primer día de la semana y el último del mes, eso significaba dos cosas. Lunes de clases de inglés y examen de fin de bimestre. Era mi oportunidad para aprobar el penúltimo bimestre de la universidad, puesto que me relajé los dos primeros pensando que sería fácil los demás, pero no tomé en cuenta que mi profesor iba ser tan malo explicando la clase.
Terminé de lavar las ondas de mi cabello, froté mi rostro con ambas manos, tratando que las gotas de agua relajen un poco mis músculos nerviosos. Sujeté el jabón pero bailó en el aire haciendo que termine golpeándome el ojo. Solté un chillido de dolor al sentir como el ardor del químico me molestaba.
Definitivamente es mi día de suerte.
Cuando decidí ponerme al día con inglés, mi cabeza daba vueltas ante sus explicaciones, no comprendía al profesor Soto, me parecía la clase más aburrida de todos los cursos y dejó de interesarme en pocos días.
Me volví el lado negativo de la clase. La alumna que siempre está conversando y riéndose con otros compañeros, la que come a escondidas o se duerme. El profesor siempre me había llamado la atención desde inicios del bimestre, pero últimamente cualquier ruido o murmuro, era mi culpa.
Terminé de colocarme el suéter gris encima de mi blusa blanca, me acerqué al espejo y giré en mi propio eje haciendo que mi falda tableada vuele. Sujeté el peine y traté de mejorar esa maraña de ondas que me dejó la secadora.
El profesor Soto tiene un aspecto bonachón, es un señor de unos sesenta años, alto y delgado, con el cabello negro y corto, siempre luciendo un traje gris y su portafolio de piel. Recuerdo que una vez me coloqué un blazer gris y me dijo que estaba imitando su look. Entonces el foquito encendió mi mente, quizás si lo halago puede mejorar algo mi nota. No me gusta ser esa clase de alumno pero en tiempos críticos, toda idea era buena.
Bajé las escaleras y corrí hacia la cocina, mamá se encontraba terminando de levantar la mesa. Mi padre y mi hermana ya se habrán ido a trabajar, eso me ponía más nerviosa porque significaba que estaba demasiado tarde.
Abrí la refrigeradora y saqué mi botella con jugo de naranja, sujeté una manzana que vi en la alacena para llevárselo al profesor en forma de disculpa por llegar tarde.
—Luana, son más de las siete....—mamá ingresó a la cocina con los servicios sucios.
—porque brinco, brinco, brinco y allá voy yo. —comenté una de mis frases favoritas de las chicas super poderosas. Dejé un beso suave en la mejilla de mamá y salí corriendo de casa. Lo último que escuche de ella fue que me cuide.

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Love me like you do ©
RomancePor extrañas circunstancias de la vida, se pueden cruzar dos personas sin imaginarse lo que les depara el destino. Tienen diferencia de edades, etapas de vida y diferentes roles en la preparatoria. ¿pero qué tienen en común Marcus y Luana?, el amor...