XXVIII

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𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲𝗹𝗶𝗻𝗲𝗮𝘀


Bajé del bus corriendo, me escabullí entre los transeúntes hasta llegar a la entrada de mi universidad. El de seguridad me detuvo haciéndome señas de mi identificación. Bajé la mirada hacia mi pecho, no colgaba mi carnet de identificación. Maldije entre dientes. Me quité la mochila de la espalda y busqué entre mis útiles mi carnet, lo encontré pero la tirilla se había enredado con algo. No podía ser esto posible.

Si no me hubiera dormido tarde ayer por estar chismoseando con mis amigos sobre mi salida con Marcus, no estaría llegando tarde para el examen de inglés. Hoy nos tocaba cantar, era la nota final, estaba nerviosa. Por fin salió mi carnet después de haber jaloneado unos siete minutos. Lo mostré y me dejó seguir mi camino. Seguí corriendo.

Intenté cantar en mi mente para recordar y no quedarme en ridículo frente a todos. Era de mis canciones favoritas pero de todas formas los nervios me podían de una mala jugada. Susurraba mientras subía las escaleras, mi respiración era cansada.

Alguien me sujetó de la mochila y retrocedí bruscamente. ¿Quién tiene esa manía horrible? Voltee furibunda, me encontré con él. Christopher

—necesito hablar contigo —miró a todos lados como si estuviera escondiéndose de alguien

—yo no, estoy apurada. —iba a seguir corriendo pero éste se puso delante mío sujetándome de los hombros.

—tengo que hablar contigo, Luana. —sus ojos oscuros se quedaron fijos en los míos. Parecía demasiado serio, me causaba cierto miedo. Lo empujé ligeramente esperando que tome distancia.

—¿cómo me conoces?

—eso es lo de menos, niña. Escúchame —volvió a mirar a todos lados. Solo pasaban unos cuantos alumnos por el pasadizo. —presta atención. —su índice se posó en mi frente, yo quité su mano de forma brusca. —no vengas mañana a la preparatoria

Fruncí mis cejas, intente ocultar mi risa jocosa. —¿qué? ¿Eso era lo importante? Vete al carajo, extraño —seguí mi camino

—no estás entendiendo —siguió hablando detrás de mí —no debes venir, es por tu bien

Voltee decidida a responderle. —no sé qué obsesión tienes conmigo, pero déjame en paz. —seguí caminando a paso rápido hasta llegar al salón de clases. Me detuve en la entrada, mostré una sonrisa avergonzada al profesor de inglés, un compañero estaba cantando al frente. Ingresé cuando él me dio permiso, sin hacer ruido me acomodé en mi asiento.

—llegaste tarde, Lu ¿qué pasó? Tú no llegabas tarde a clases de inglés hace mucho tiempo —escuché el susurro de Jaz detrás mío, le hice señas para después hablar.

Cuando mi compañero terminó de cantar, todos aplaudimos incluido el profesor. Observé que miró la hoja que tenía sujeta en su diestra y llamó a otro alumno. Iban en la letra G, había llegado a tiempo. Después de dos compañeros, venía mi apellido.

Estaba poniéndome muy nerviosa, sabía que lo que cantaría sería dedicada para él, supongo que entre líneas entenderá lo que pretendo decir, ademas dudo que mis compañeros conozcan tanto a mi banda favorita como para saber que puede significar o que lo canto por él.

De pronto mi mente se perdió en las palabras de Christopher, no entendí a qué se refería ¿una advertencia? La persona que parecía no caerle bien estaba dándome una ¿advertencia o ayuda? Que confuso era aquel muchacho. Primero con sus palabras en el campeonato donde apenas pude notar que existía, de pronto se volvió la piedra de mi zapato. Me rasqué la nuca, tenía la mirada perdida en cualquier lado, sentí unos dedos tocándome el hombro, giré y desperté de mi ensimismo.

Love me like you do ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora