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Esa tarde se asemejaba a un oscuro horizonte cubierto de nubes amenazantes, sólo ocasionalmente iluminado por destellos de un azul y morado profundos que acompañaban a los relámpagos surgidos de una lluvia torrencial a punto de desatarse en una tormenta eléctrica. El calor era abrumador, impregnando el ambiente de sudor y dificultando la simple tarea de respirar. Parecía ser el momento adecuado para tomar decisiones cruciales en la vida y para enfrentar dos tipos de despedidas: aquellas que llegan prematuramente y las que se han prolongado en exceso. No sé decir cuál de las dos fue la nuestra.

Cuando salí de la oficina ni siquiera quería ver al resto, pero a medida que fui levantando la cabeza y sentí el calor sofocante impregnando mi piel, la tristeza se apoderó de mí. Aquella era una despedida que había temido desde hace tiempo, una separación que se avecinaba con la inevitabilidad de una tormenta en pleno auge. Las lágrimas se mezclaron con las gotas de sudor en mi rostro mientras mi corazón latía con una profunda melancolía. Recordé entonces cada momento compartido, cada risa en conjunto y cada gesto cariñoso que me ofreciste a lo largo de nuestra historia. Ahora, en medio de ese clima opresivo, me enfrentaba a una despedida que se sentía como lo que era; el doloroso adiós a un amor profundo y sincero.

Ni siquiera tuve que explicar nada. Porque en ese momento, cuando más necesitaba apoyo, Kirk, que siempre estuvo ahí para nosotras, se acercó sin decir una palabra. Sus brazos rodearon mi cuerpo tembloroso y sin vacilar me abrazó con fuerza. Las lágrimas que habían estado reprimidas durante tanto tiempo finalmente encontraron su camino y no me importó en absoluto colapsar en sus brazos, empapando su camiseta con la corriente de mis lágrimas. Era un consuelo en medio de la tormenta emocional que estaba atravesando, una muestra silenciosa de que, a pesar de las despedidas dolorosas, el amor y la amistad perduraban en esos momentos difíciles.

Mientras estuve entre los cálidos brazos de Kirk, escuché las palabras de apoyo de Jim y Kade, y entonces llegó a mí una sensación de tranquilidad que comenzó a inundarme. Comprendí que, sin importar cuánto tiempo Sam fuera el vínculo inicial entre nosotros, la amistad que había desarrollado con ellos a lo largo de los años también se había fortalecido de manera profunda y genuina. No importó que la conocieran de mucho más tiempo; su lealtad hacía mí también era inquebrantable. En ese momento, con la lluvia que amenazaba con caer y el abrazo reconfortante de mis amigos, me di cuenta de que no estaba sola en esta tormentosa despedida, y que el lazo que compartimos seguiría siendo un ancla en las aguas turbulentas de la vida.

Y cuando las lágrimas caían suavemente por nuestras mejillas, acordamos que, una vez que la situación se tranquilizara un poco, nos sentaríamos a hablar sobre el futuro de la banda. Fue un tema que definitivamente abordamos días después, cuando las emociones se habían asentado un poco. Sin embargo, a pesar de nuestro amor por la música y la historia que habíamos construido juntos como Diversity, llegamos a una conclusión dolorosa, pero inevitable. La decisión de disolver la banda era la única opción, porque ninguno de nosotros estaba dispuesto a seguir adelante sin Sam. Diversity era un todo indivisible, y sin ella, simplemente no sería. Fue una despedida amarga y difícil, pero también un acto de lealtad hacia lo que habíamos sido juntos como una unidad inseparable. A partir de ese día, nuestras vidas tomaron caminos diferentes, pero el recuerdo de lo que fuimos siempre permanecería en la historia y en nuestros corazones.

Recuerdo los titulares de los periódicos, los artículos en las revistas de chismes y el tema central en los programas de música; todos hablaban sobre nuestra inesperada separación. Miles de especulaciones surgieron, desde problemas internos hasta conflictos contractuales, pero ninguna se acercaba a la verdadera razón detrás de nuestra disolución. Porque Diversity se había desintegrado no por razones comerciales o conflictos entre nosotros; lo que nadie podía comprender era que se debía a una dolorosa ruptura entre Sam y yo.

Extended Play - GAP The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora