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Siempre he intentado ser una persona de paz. Vivir para estos momentos, esas breves pausas en el caos de mi vida que me hacían recordar que las cosas no estaban tan mal como parecían. Esos quince minutos previos a un concierto eran especiales para mí; eran el momento de reflexionar sobre todo lo que me había traído hasta aquí. Podía dejarme llevar, estar presente, y el humo parecía hacerlo todo mucho más fácil. Sostengo el porro en la mano y observo cómo las brasas bailan en el aire mientras el humo se expande a mi alrededor. El aroma de la hierba, combinado con el dulce olor del incienso del camerino, me producen una sensación tangible de calma.

Me invade una sensación de liberación y placer mientras la habitación parece dar vueltas. El aire contiene quietud, tranquilidad; puedo sentirlo en cada respiración. Pienso en la música, en cómo parece transportarme siempre y también pienso en Mon. Puedo sentir la energía del lugar, la expectación por el espectáculo y de pronto me invade una extraña sensación de hormigueo. Respiro hondo y, mientras el humo llena mis pulmones, me dejo llevar.

Entonces recorro la sala con la mirada, asimilándolo todo. Durante las últimas semanas hemos tenido que estar en muchos lugares similares, preparándonos para los espectáculos y dejando que la música hable por nosotros. Y, aunque han sido sitios diferentes, en todos encuentro aquella calidez y confort que he estado buscando toda mi vida.

Y por primera vez me siento completa.

Las paredes son de guijarros, lo que da a la sala una sensación de textura y profundidad. Los colores se ven apagados y terrosos, como una manta reconfortante. La luz es tenue y crea una atmósfera de relajación y calma. Puedo sentir la fuerza y la estabilidad de las paredes como una presencia firme y reconfortante.

El incienso también arde, llenando el aire de un aroma dulce y ahumado. Mi respiración es lenta, profunda y dejo que el aroma calme tanto mi cuerpo como mi mente. Cierro los ojos y dejo que el ambiente me envuelva, sintiendo que el estrés y la ansiedad desaparecen lentamente. Ahora estoy en mi propio mundo y nada más parece importarme.

Bueno, quizá otra cosa.

Cuando me desplomo en el sillón, el poderoso efecto de la marihuana se apodera de mí y mis pensamientos se centran en una sola persona.


Mon. Mon. Mon.


Ella es, para mí, la viva imagen de la perfección. Cada vez que recuerdo su rostro, mi corazón se llena de alegría.

Sam, cariño escucho su melodiosa voz, que atraviesa de pronto el marco de la puerta y mi cuerpo parece reaccionar con su presencia —. Saldremos en diez minutos.

Mis ojos se abren lentamente, como si saliera del abismo de un sueño. Me muevo con suavidad para observar la imagen de mi novia, quien ahora me ve con el ceño fruncido, probablemente porque se da cuenta de que he estado fumando.

Le sonrío torpemente, recordando el día en que la conocí; es como si el tiempo se detuviera. Mi corazón late con fuerza y todo a mi alrededor desaparece cuando me pongo de pie para caminar hacia ella. Me pierdo en sus labios, en el contorno de sus ojos y el brillo de su pelo.

Aún tengo el porro en la mano y le doy una última calada. Saboreo el sabor de la hierba y la sensación del humo en mis pulmones una última vez. Cuando lo exhalo todo, permito que el humo flote lentamente a nuestro alrededor. La habitación se ve diferente gracias a su repentina aparición y, ahora que la tengo de frente, siento que puedo hacer cualquier cosa por ella.

¿Dónde has estado todo este tiempo? Pregunto antes de acariciar su rostro con delicadeza.

Lo siento, tardaron un poco más en arreglarme. Mon me responde con tranquilidad, sin entender mi pregunta.

Extended Play - GAP The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora