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Siempre he pensado que el presente es como estar atrapada dentro de un bosque sin saber nada sobre supervivencia básica; ves los árboles, sin embargo, serías incapaz de distinguir un roble de un abeto. Sabes ubicar el norte en un mapa, no obstante, es imposible hallarlo sin una brújula en tu mano. Entonces andas en círculos durante días sin saberlo, hasta que pareces reconocer un arbusto familiar; y te cansas y recuerdas que alguna vez leíste que lo ideal es seguir el cauce de un río hasta encontrar la civilización, pero por tu mala fortuna, el agua no se mueve. Solo está ahí, quieta. No baja, no sube, no sabes qué dirección seguir para salvarte.

El pasado, por otro lado, es como observar el bosque a la distancia; viendo las copas de los árboles, distinguiendo la montaña en el centro; reconociendo el mar donde desemboca el río que no supiste seguir cuando estabas ahí. Ver el pasado siempre es más claro, más seguro.

Ver el bosque de mi vida a la distancia me ha permitido ver por qué me costó tanto trabajo asimilar la situación. Ahora soy capaz de ver todo desde una perspectiva más amplia y, reflexionando, me doy cuenta de que hubo muchas cosas que pude hacer en su momento para cambiar nuestro destino.

El incidente que desataría todo tuvo lugar en el talk show de Sunny Suwanmethanon, el mismo que nos recibió con los brazos abiertos la primera vez que aparecimos en la televisión. Uno que todavía contaba con una popularidad impresionante a pesar del paso de los años gracias al carisma y la actitud casi desvergonzada de su presentador. Sé que la idea que él tenía era que no fuese más que una entrevista típica, una en la que yo hablaría sobre mi regreso a los escenarios y quizá dar algunas explicaciones sobre la separación de Diversity, sin tener la necesidad de convertirse en algo polémico. La producción incluso me había entregado una lista con las preguntas principales que Sunny haría estando al aire y, aunque todo debía marchar de acuerdo a lo establecido, me cansé de seguir las reglas.

¿Phoom? — Pregunta Sunny, sorprendido y sentí que todo el planeta contuvo la respiración durante unos interminables y tortuosos segundos.

Cuando volteo la mirada hacia él, me doy cuenta de que mi respuesta no es en lo absoluto lo que él esperaba. Tiene la boca entreabierta y los labios listos para pronunciar una excusa, pero las mentiras no iban a seguir atascandose en mi garganta. Palidece tanto que los surcos violáceos bajo sus ojos tomaron una intensidad mayor. Quién sabe, quizá solo estaba alucinando.

Siento que es su momento para hacer algo cuando su cabeza gira para observar al público con una sonrisa que intenta ocultar su nerviosismo. Yo me quedé, al igual que todos, a la expectativa de cuál podría ser su siguiente paso. Y tengo que admitirlo, pero algo dentro de mí, aunque no fuera a decirlo jamás, quiso que cambiara el tema de inmediato.

Antes de siquiera conocer la posición que Sunny había adoptado, le avisa al público que tomaremos algunos minutos para tener un corte comercial y, aunque no me lo fuera a decir directamente, yo supe que era su manera de recuperar el control de una situación que se sintió caótica.

Cuando las cámaras dejaron de grabar, una asistente de la productora me condujo de vuelta al camerino bajo las miradas sorprendidas de aquellos que no terminaron de asimilar mi declaración. Pasaron unos segundos de calma antes de que Sunny se apareciera por la puerta, con el rostro pálido y un claro desconcierto pintado en el entrecejo, que cada día parecía un poco más cansado.

Mon, tú... — empieza a hablar, sin siquiera saber cómo abordar el tema de la manera adecuada — ¿realmente quieres que la entrevista tome este rumbo?

Sé que lo pregunta por preocupación porque, al final del día, sigo formando parte del sello discográfico de Firewalk Records y el hecho de confesar este tipo de información podría traer muchos problemas a futuro, pero la realidad es que ya nada de eso me interesa.

Extended Play - GAP The SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora