Capítulo 15

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-Llama y di que estás enfermo.

Déjà vu. Ellos habían tenido esa conversación unas noches antes.

-No.

Judo gruñó poniéndose cómodo sobre su espaldas entre las sábanas de la cama de Fluke.

Fluke sonrió mientras se vestía. No podía evitarlo. Incluso aunque ellos no habían tenido sexo, despertar en los brazos de Judo esa mañana lo tenía de buen humor. No podía decirle eso a Judo pero estaba tentado en hacer lo que le pedía. Aún seguía cansado y dormir se oía realmente bien, especialmente con Judo acostado casi desnudo en su cama. Pero había la posibilidad de que alguien lo viera en el espectáculo de esa noche. Las chicas de la oficina y algunos profesores estaban emocionados con eso.

La voz que venía de entre los edredones era sorprendentemente clara.

-¿A qué hora llegarás al club está noche?

-Probablemente alrededor de las ochos.

Judo bajó el edredón lo suficiente para mostrar su cara. La estática tenía su pelo en ángulos extraños.

-¿Podrías llegar más temprano?

-Quizás. ¿Por qué?

Judo bajó el edredón hasta su cintura.

-Olvidé preguntarte antes. Es un favor para Perth, ¿puedes quedarte cerca de Chimon antes de la actuación?

Fluke se congeló con su camisa a medio abotonar.

-¿Por qué?

-Odia las multitudes y las fiestas. Perth teme que esconda la cabeza y regrese al hotel si alguien no lo vigila.

Fluke se rio.

-Estás bromeando.

-No. Eso ha sucedido antes. Él está mejor pero solo cuando Perth o uno de nosotros está alrededor.- Judo sonrió-. Es hermoso pero en ocasiones es realmente molesto.

Fluke ignoró la punzada de celos al oír que Judo describía a otro  hombre como lindo. Primero, ese era Chimon, que estaba más que ocupado. Segundo, Chimon era hermoso. Y tercero, él no tenía razón para estar celoso, después de todo, Judo no era suyo.

Fluke acabó de abrocharse la camisa de camino al cuarto de baño. Lanzó la toalla que había usado a una pila en la esquina.

-Seguro. Puedo quedarme cerca. ¿No le molesta tener niñera?

-Vas a hacer que no parezca que lo estás haciendo- le dijo desde el dormitorio.

-¡Ah! Está bien.- Cogió su cepillo de dientes-. ¿A qué hora me necesitáis?

-¿A las siete?

-Sí, puedo hacerlo.

Se cepilló los dientes y terminó de arreglarse el pelo. Judo seguía acostado cuando regresó al dormitorio.

-¿Te quedarás hoy aquí?

Judo lo miró a los ojos, se veía decadentemente tentador, casi desnudo extendido en la cama de Fluke.

-¿Te molesta?

Parte de Fluke quería correr por su cámara digital para poder recordarlo de esa forma. El artista en él memorizó el pelo desordenado, la perezosa sonrisa y la suave y brillante piel. Mentalmente catalogó las diferentes mezclas de colores que necesitaba para realmente mostrar las intrigantes sombras en el cuerpo de Judo.

Suficiente de eso; tenía que trabajar.

-¿Molestarme? No.- Sacó una corbata de su armario.

Por el rabillo del ojo vio a Judo salir de la cama. El bajista llegó detrás de él mientras se miraba en el espejo de la cómoda, anudando su corbata. Sus miradas se encontraron en el reflejo. El corazón de Fluke se saltó un latido.

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