Capítulo 19

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Eso no tomó mucho tiempo. Hubieran sido sólo unos simples minutos, excepto que Fluke estaba muy seguro de que khun Tansakun disfrutaba gritándole. Así que estuvo cerca de media hora para estar total y completamente despedido.

Fluke casi se había reído. Al final, ni siquiera había sido lo gay. Oh, eso era la razón real, pero la propia conducta de Fluke le había dado a Tansakun razones para despedirlo. Pelear frente a los estudiantes; no importaba si nunca logró dar un golpe. Maldecir frente a los estudiantes. Mal conducta general. No, Tansakun podría usar lo gay después para asegurarse de que cada escuela que contactara supiera que Fluke era gay.

Su vida como profesor estaba terminada, al menos en cualquier lugar cercano a la ciudad. Claro que él podría ir a otras ciudades donde lo gay no fuera un problema pero eso significaría mudarse. Eso significaría dejar su vida y empezar en cualquier otro lugar.

Llegó a casa en piloto automático. Su ira se desinfló rápidamente. Sí, él podía perdonar a Judo por lo que había sucedido pero el daño ya estaba hecho. Estaba sin trabajo. Ahora necesitaba descubrir qué iba a hacer con su vida.

Abrió la puerta del frente e inmediatamente vio el sobre en el suelo. El sobre con los billetes que Judo había enseñado en su clase. Frunciendo el ceño, lo levantó, intentando romper los billetes por la mitad pero una morbosa curiosidad lo hizo leer la nota que estaba sujeta al sobre con un clip.

"Estás enfadado. Tienes que estarlo.

Pero cuando te calmes tienes que admitir que te hice un favor.

Usa el billete. Ven a Italia. Ven a la dirección que está abajo.

Te amo.

Judo."

Casi rompe la nota y los billetes en un arrebato pero se detuvo. Jodido Judo. Había pagado por un billete abierto. Una vez que supiera lo que iba a hacer, le gustaría usar los billetes para ir a Italia. ¡Pero él no iba a ver al imbécil!

Fluke dejó los billetes y las llaves en la mesita de la entrada, su maletín una pequeña caja con sus pertenencias sobre el sofá.

Debería salir y emborracharse. Debería salir a joder. ¡Con un c hico! Eso le enseñaría a Judo. Desafortunadamente la idea no le apetecía, ni siquiera como venganza. Estaba totalmente seguro de que no quería ningún otro cuerpo, masculino o femenino, sólo a Judo.

Se hundió contra la puerta y cerró los ojos con la repentina oleada de arrepentimiento.

<<¡Maldición!>>

Se puso de pie con un suspiro. En blanco, empezó a ver las paredes desnudas y los muebles de su casa. Las estanterías medio llenas y el desvencijado mueble que sostenía su televisión de veintidós pulgadas. Lo miraba como si nunca lo hubiera visto antes. Qué depresivo. ¿Esos realmente eran sus muebles? ¿Es así cómo él había vivido?

Subió las escaleras aflojándose la corbata. Entonces la lanzó en el dormitorio y se dirigió a la segunda habitación, que servía como oficina. Ese espacio tenía incluso menos muebles que el piso de abajo. Tenía cajas de cartón alineadas en las paredes, no había terminado de vaciar las cajas. Aún. Dos años después de mudarse. El escritorio del ordenador y su contenido era la única parte de esa habitación que había recibido su atención.

Cruzó la habitación y abrió un lado del armario con espejo. Una pequeña pila de cuadernos de dibujo en una esquina, medio escondidos bajo una pequeña manta, estaban también su caballete y dos lienzos en blanco. Se inclinó hacia uno de ellos. Sin realmente haber tomado una decisión, los sacó.

Colocó el caballete en la esquina de la ventana y uno de los lienzos en él. Dejó el cuaderno de dibujo en la silla del escritorio. Sacó un caja del equipo de arriba del armario y se sentó en la alfombra a abrirla. Abrió un tubo de pintura detrás de otro, sólo para encontrar que no era utilizables, pero los carboncillos aún estaban bien.

Se puso de pie, dejó la caja en el escritorio y levantó los cuadernos de dibuja de la silla, así podría sentarse. Empezó a hojear el cuaderno, recordando lo que había sido su obsesión. La mayoría de los dibujos recientes estaban llenos de Orot Sawan; especialmente de Judo. Había pasado muchas horas aprendiendo a bosquejar ese rostro. Ese cuerpo. Imaginar qué era lo que hacía único a Judo, hermoso.

Celestial.

Haciendo muecas, Fluke puso sus manos sobre las hojas para desgarrarlas. Pero no pudo hacerlo. Imágenes de Judo llenaban su cabeza. Ni siquiera sentía ira, sólo desesperación. No se había sentido tan mal desde... bueno, desde que Judo lo había rechazado hace muchos años. ¡Ja! Judo era el único responsable por los dos derrumbes emocionales en la vida de Fluke. Qué apropiado.

-Jódete.

El cuaderno de dibujo golpeó el suelo. Fluke se dirigió al otro lado de la habitación, donde había un estéreo barato y un estante con cajas de CD, y encontró los cuatros álbumes de Orot Sawat así como las grabaciones anteriores a grabar con la discográfica. Colocó su favorito y el sonido llenó el espacio. La batería de Krist, la voz de Perth, los acordes de la guitarra de First. Y uniéndolos, el pulsante sonido del bajo de Judo.

Impacientemente, Fluke se quitó su camisa y zapatos, incluso se quitó los pantalones quedándose en solo bóxers y calcetines; cogió los carboncillos y el cuaderno de dibujo a medio llenar; se hundió en el suelo en una esquina y, con la luz de la ventana, comenzó a dibujar.

Impacientemente, Fluke se quitó su camisa y zapatos, incluso se quitó los pantalones quedándose en solo bóxers y calcetines; cogió los carboncillos y el cuaderno de dibujo a medio llenar; se hundió en el suelo en una esquina y, con la luz de la ve...

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En las dos semanas que siguieron dejó su casa solo brevemente para ir a comprar comida y nuevas pinturas. Se decía a si mismo que necesitaba pensar en lo que haría en el futuro, sobre qué tipo de trabajo debía buscar, pero primero estaban el cuaderno de dibujo y los lienzos. Apenas y dormía y se bañaba sólo como un medio de refrescarse.

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