Especial: ritos de primavera

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Fluke amaba la primavera. El fresco aroma del aire, el frío aire del invierno que no había desaparecido totalmente, lo verde de la nueva vida. Todo le hablaba a su artista interior y hacía que le hormiguearan los dedos por capturarlo todo. Un precioso momento en el tiempo.

Estaba sentado a horcajadas en el banco de piedra con su cuaderno de dibujo abierto en la plana superficie frente a él. Los lápices de colores seguros de no rodar entre el cuaderno y su ingle. Ya hacía demasiado frío como para usar la camiseta  y los pequeños shorts de mezclilla que llevaba, y sus pies descalzos se estaban congelando, pero no le importaba. Le gustaba el pequeño estremecimiento que recorría su piel. 

Movió sus caderas un poco, tarareando para sí mismo y sonriendo como un tonto mientras veía la puesta de sol, tratando de decidir qué color ería mejor para el sol en su pintura. Realmente solo estaba dibujando bocetos. Algo para pasar el rato hasta que Judo llegara a casa. Debería llegar pronto. Fluke se lamió los labios y movió su trasero sobre el frío concreto. De cualquier manera, ¿qué hora sería?.

La casa que Judo había comprado se encontraba en una colina con un gran jardín que bajaba por una ladera frente a él. El jardín estaba totalmente cercado por pinos y otros árboles y  arbustos lo suficientemente grandes para que no se sintieran demasiado cerrados. El paisaje estaba descuidado en este momento, pronto ellos contratarían a un jardinero que se encargara de eso. Hasta entonces, eso era su propio pequeño sobrecrecido y sin arreglar Edén.

La escena sólo necesitaba que Judo llegara a casa para estar completa. Sonriendo, Fluke se inclinó sobre el cuaderno de dibujo.

Logró perderse en ese familiar lugar de colores y texturas que dominaban su cerebro. Absorto, no se dio cuenta de que alguien llegaba detrás de él hasta que sintió un cálido pecho en su espalda. Grandes brazos cubiertos de un suéter borgoña lo rodearon. Se sobresaltó pero instantáneamente se calmó, su cuerpo lo reconoció y se derritió en él.

Un delicioso pequeño gemido se escapó de sus labios y se movió para que su trasero pudiera acomodarse mejor en la cálida entrepierna de Judo.

-Hey.- Lo miró sobre su hombro y su mano trazó las líneas de su mejilla con una incipiente barba.

La mejilla giró y suaves labios acariciaron su palma.

-Hey.

El pene de Fluke pulsaba de solo sentir esos labios. Tratando de controlar su excitación, apartó la mano y tomó el lápiz usándolo para agregar color al atardecer en el dibujo frete a él.

-¿Cuándo llegaste?

-Justo ahora.- Judo acariciaba con su nariz la nuca de Fluke-. Me llevó un momento encontrarte. Estaba empezando a preocuparme.

Fluke suspiró, su lápiz cerca de caer de sus laxos dedos mientras disfrutaba la caricia de los labios de Judo sobre su piel.

-Lo siento.

-No esperaba que estuvieras afuera con el frío.- Las largas piernas de Judo rodearon a Fluke, la suave mezclilla que usaba rozó la desnuda piel de Fluke.

Fluke se rio, dejando el rosa y cogiendo el color naranja.

-Realmente no está frío.

Judo se estremeció, forzando a Fluke a sostener más fuerte el lápiz con el que delineaba.

-Estás loco. Está helado.

Fluke se estremeció, su piel hormigueaba en respuesta. Tragó duro, tomó una profunda respiración y de nuevo trató de contener la emoción. Pasó uno de sus desnudos pies alrededor de los tobillos de Judo. 

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