XXVIII: Tienes derecho a guardar silencio

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Normandia, Francia
16 de Julio 2022

Sus nuevos amigos eran una caja de sorpresas y rápidamente dejo de sorprenderse cuando aparecían en la puerta de su casa con una idea alocada o con el plan de ser el tipo de personas que preferían pasar el rato haciendo picnics para incluir a Carola y sus hijos.

—Vamos, comeremos en París y después regresamos a la ciudad, sirve que los niños se distraen conociendo nuevos lugares.

Insistió la mexicana más joven viendo como su amiga se disponía a cocinar para ella y sus hijos.

—Carola, sé que nos conocemos hace poco y no puedo interferir en las decisiones sobre tus hijos pero ¿No crees que es justo que conozcan más que la pastelería y aquí?.

Esta vez había sido la pelirroja la encargada de intentar convencerla.

—Escuchen, aunque me encantaría, no puedo, mi... El papá de mis hijos viene a verlos hoy.

Se disculpo Carola sin voltear a verlas, América sabía que era difícil para su amiga así que no insistió más. Le hizo una seña a Amelia para que las dejara solas y la mencionada asintió diciendo que tenía que hablarle a los chicos para saber si aún tardaban mucho.

—Si quieres me quedo aquí contigo. Somos tú y yo contra todo el mundo ¿No?

—Ame, sé que detestas a Sergio y que no quieres verlo ni en pintura, lo que menos quiero es que estés incómoda en tu casa.

—Soy capaz de dejar mi orgullo por ti.

—Tengo que superarlo sola y fingir que no lo amo más hasta que lo sienta de verdad.

Le respondió con un hilo de voz, la castaña se acercó hasta su amiga y la abrazo, abrazo que Martínez se había negado a tener desde que sucedió todo. Fue en ese momento donde se permitió sacar todo lo que se acumulaba como bola de nieve en su corazón.

—¿Estas segura de que quieres estar sola?

—Tranquila, le hablaré al servicio para asegurarme de que Checo no intente acercarse más de lo necesario.

Las lágrimas de la ojiclaro eran el punto débil de Montenegro y estaba segura de que si su amiga hacía lo que le decía el corazón sería regresar a los brazos del piloto, ella no podía juzgarla porque muy en el fondo sabía que si Lando o Charles venían a buscarla ella olvidaría todo lo sucedido y les entregaría el corazón sin pensar.

Estoy orgullosa de ti.

—Y yo de ti.

Salió dejando a su amiga, sabía leerla y ese era un momento en el que le gustaría estar sola para tratar de despejar la mente de todas las emociones y sentimientos que aún sentía por su marido.

En cuanto salió se encontró con su trio de amigos viéndola con una gran sonrisa en el rostro, aparentemente Amelia estaba haciéndole burla sobre algo a Sean pues el rubio tenía el rostro tan rojo que en cualquier momento podrían decir que se acababa de descubrir una nueva tonalidad de dicho color.

Alex bajo del auto y abrió la puerta trasera del auto para permitir que la mexicana subiera al auto que su padre le había regalado al entrar a la universidad. El chico no espero y beso la mejilla de su amiga más nueva, provocando que la pelirroja se cruzará de brazos y se girará rápidamente sobre su asiento en dirección.

—¿No vendrán Carola y los niños? —America negó viendo en dirección a su casa donde dejó a la familia.— Moría por pasar tiempo con ellos, los cuatro son encantadores.

Pequeñas cosas [Charles Leclerc|Lando Norris]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora