El secuestro

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Capítulo 3
Rahvenon, Estación invierno

Samantha

Habían pasado tres días desde que recibí mi regalo de cumpleaños por parte de mis padres, tres días desde mi cumpleaños en los que todo había sido completamente igual.

Mi nana se encargaba de mantenerme ocupada todo el tiempo, me ordenaba ayudarla con algún platillo para las cenas o me pedía que organizara mi habitación, ya que había estado leyendo sin parar en las noches y habían libros y marcadores esparcidos por todo el suelo.

Alnorth había discutido al ver cómo dejábamos las encimeras llenas de harina y masa. Hoy había salido de compras desde la mañana, había escrito una nota bien extensa con todo lo necesario en la casa. Seguro que llegaba antes de la cena, o eso había asegurado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Atina una vez que me senté en la mesa de la gran cocina a pelar unas naranjas.

Había hecho esa misma pregunta desde mi suceso en el parque. La había notado más tensa que lo normal y siempre con sus ojos sobre mí.

Yo trataba de no pensar en por qué me había acercado a ese bosque o por qué mi piel había brillado hace tres noches frente al espejo.

—Sí, ¿alguna preocupación en particular? —mi nana no dijo nada, solo negó regalándome una sonrisa.

—No, pequeña. Solo quiero estar al tanto de ti y de cómo te encuentras. Bien sabes que en el invierno sueles pescar resfriados. — salió de la cocina dejándome sola con mis naranjas.

Luego de almorzar subí a mi habitación, tenía ganas de leer algún libro que me hiciera pasar el tiempo hasta que llegara mi amigo Alnorth y así, luego ayudar con las compras.

Sobre mi cama, descansaba una pila regada de libros. Tomé uno de los gruesos lomos y me perdí dentro de la tinta, devorando cada página con ansias.

Un ruido fuera me hizo levantarme de la cama. Tenía un poco de saliva seca en mi mejilla y me dolía un brazo. Me había quedado dormida con el libro debajo de mi mano y el brazo estaba abrazado a él.

Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, fuera había oscurecido, seguro había dormido toda la tarde y ya Alnorth estaría en casa. Pasé mi mirada por las luces del jardín y sonreí cuando un pequeño conejo negro saltó, dejándose ver enredado en la cerca.

Bajé las escaleras hasta el salón, desde el gran comedor se escuchaban los murmullos de una conversación entre mis cuidadores. Salí de la casa en silencio.

Tomé mi abrigo y mis guantes antes de salir, fuera hacia demasiado frío aunque solo saldría unos minutos. Caminé hasta la esquina del jardín donde había visto al pequeño conejito trabado entre la madera.

Llegué hasta el punto y el pelaje oscuro y suave del animalito me indicó que aún seguía trabado.

—Hey, pequeño.— me incliné sobre mis pies hasta acercarme lo suficiente a él—. Déjame ayudarte.

Lo tomé por debajo de sus patas delanteras y lo levanté sacándolo de su prisión. Tenía escarcha sobre su pelaje y su naricita blanca con una mancha marrón se agitaba olisqueando.

—Eres muy hermoso, seguro que tu familia te debe de estar esperando. —abrí la puerta que dividía la calle de mi casa y crucé hasta el otro lado, justo donde habían sembrado algunas plantas y sobresalía de la nieve brotes de hierba.

La calle estaba alumbrada por faroles en postes altos que se ubicaban separados por varios metros. Las casas estaban iluminadas y se escuchaban las conversaciones familiares.

Esencia de Vampiro I (INMORTAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora